No hizo falta preguntarle a Leo Messi qué le había dolido más: ¿Si el hecho que Josep María Bartomeu lanzara a la papelera su burofax en el que solicitaba hace un año marcharse del club, o que a unas horas de firmar su continuidad en el Barça, Joan Laporta lo despidiera del club de sus amores? El primero lo retuvo, el segundo le abrió las puertas cuando había prometido en campaña electoral que solo él conseguiría que Messi continuara en el Barça. Y no hizo falta preguntarle porque su llanto demostró un sentimiento sincero. Así como nunca me creí las lágrimas de cocodrilo de Luis Suárez delante del entonces presidente Bartomeu el día que recibió la carta de libertad, las del argentino no eran inventadas. Lloraba de verdad.

Unos dirán que todo obedece al karma, una ley que gobierna nuestras vidas, en la que algunas religiones aseguran que el ser humano sabe que por cada acción hay una reacción de fuerza equivalente en la dirección opuesta. El mismo Messi hizo referencia a esa extraña situación que acaba de experimentar. El año pasado tenía claro que quería marcharse y este año estaba plenamente convencido de que quería quedarse. Hace un año sintió rabia. Este año fue inundado por la tristeza.

Hace un año llamó a un periodista amigo para “vomitar” todo lo que pudo contra el entonces presidente, y en el camino encontró el apoyo de otras “vacas sagradas” que también llamaron a otros periodistas amigos, no precisamente para agradecerle a ese presidente lo bien que les pagaba, sino para todo lo contrario.

En la despedida, Messi fue tan elegante como en sus driblings. Tenía a Laporta enfrente, pero no lo miró ni una sola vez. Tuvo tanta confianza en Laporta, creyó tanto en su palabra, que seguro que el aborto del presidente a última de hora de la renovación de su contrato lo sintió como una infidelidad. Toda una pena que el presidente votado por el romántico pasado de una época deportiva esplendorosa entre también en la historia como el que prefirió echar al mejor jugador del mundo cuando éste quería acabar su carrera en el Barça.