La situación económica del Barça era muy delicada pero siendo consciente de ello, Joan Laporta, dijo en una entrevista a La Vanguardia el 20 de junio, hace solo 2 meses, que se renovaría a Messi y que además de Memphis, Eric García, Emerson y Agüero se “harían 3 o 4 fichajes más”.

Visto el resultado está claro que no había ninguna planificación. Había que rebajar la masa salarial pero sin que se resintiera demasiado el proyecto deportivo y sin perder atractivo comercial. Pues el Barça se ha desprendido de sus dos máximos goleadores la temporada pasada (Messi 38 goles y Griezmann 20) reforzando a sus rivales directos en Champions y liga y los ha sustituido por Memphis y Luuk de Jong, que era suplente en el Sevilla. ¿Lo de vender a Griezmann por 40 millones y forzar una rebaja salarial de los capitanes no se podía haber hecho antes para mantener a Messi? Está claro que no era el objetivo.

Se ha fichado a Agüero, cuando era un delantero que no gustaba a Koeman, y se ha mantenido en la plantilla a Umtiti y Pjanic, jugadores descartados por el entrenador holandés. Se ha perdido a Ilaix, el canterano con más talento de los últimos años. No se ha reforzado el lateral derecho porque al que ficharon para mejorar esa posición, Emerson, lo han traspasado a las 3 semanas. Y continúan las vacas sagradas, de las que se decía que había que jubilar cuando había otra directiva.

Al final, es indiscutible que el Barça tiene peor plantilla que la temporada pasada pero la exigencia será máxima para Koeman, un entrenador al que Laporta erosionó poniendo en duda sus capacidades en lugar de apoyarle. Ahora se filtra a diferentes medios que le proponen una renovación condicionada a que gane títulos, cuando le han dejado sin los 2 máximos goleadores, y a que haga jugar a Riqui Puig. Más que una oferta es una humillación. ¿Le provocan para que dimita? Será la primera víctima porque es el último “vestigio” que queda del pasado. A pesar de que Laporta dijo que en el Barça “no hay temporadas de transición” el mensaje que transmite el club y acepta el entorno es que ahora la economía es prioritaria a lo deportivo aunque nunca se vio a nadie ir a Canaletas a celebrar una cuenta de explotación con beneficios. La realidad es que los avalistas, los que mandan en el club por encima de Laporta, quieren recuperar sus avales lo antes posible y esa prisa ha ido en detrimento de la competitividad de un equipo que, de salida, es muy inferior al del Real Madrid y Atlético de Madrid, y ya no digamos de los grandes de Europa. 

En la herencia hay de todo, un gasto desbocado en salarios pero también activos muy positivos como Messi, del que siempre se había dicho que generaba mucho más de lo que cobraba, Frankie de Jong, Pedri o Araujo y una generación fantástica de canteranos que suben como Gavi o Nico. O Emerson, del que ahora se celebra su venta al Tottenham. Lo único bueno es el cambio de discurso y lo comprensivo que se ha vuelto el entorno con el gobierno del club. Ahora ya no hay dramas por reforzar a un rival directo, como el Atlético de Madrid. Ahora son condescendientes con lo complicado que es gestionar la ambición económica que tienen los canteranos cuando antes les parecía que la culpa era de la directiva porque se iban por falta de proyecto. Ahora ya no hay críticas porque el Barça B fiche a extranjeros, sean turcos o marroquíes. Ahora se apoya a la directiva actual que ya tiene su win win escrito: si va mal será culpa de la herencia, si va bien el mérito será suyo. No perderá jamás. Aunque los socios ya no son tontos. De momento y sabiendo que acaban de empezar, deportivamente, hay peor equipo. Económicamente, no se han tomado medidas para evitar cerrar la última temporada con un récord de pérdidas y se ha aumentado la deuda. Patrimonialmente, filtran que el Espai Barça ha pasado de 800 a 1200 millones sin explicación. Y socialmente, guerra abierta contra las peñas y maltrato al socio abonado dando prioridad al público en general en las entradas del Camp Nou. Y eso que lo prometido era retornar inmediatamente la ilusión al barcelonismo.