A la espera que Joan Laporta convoque la conferencia de prensa en la que anuncie la continuidad de Leo Messi en el Barça, el astro argentino afrontaba este lunes, en Brasil, el mayor sueño de su vida: ganar un título vistiendo la camiseta de su país. Será el sexto intento del mejor futbolista del mundo en una competición, que como el Mundial, solo ha provocado decepción personal y frustración general para los argentinos.

Parece mentira que un país como Argentina, toda una fábrica de futbolistas, que cuenta además con el más grande de los últimos tiempos, no haya encontrado un proyecto triunfador, exactamente lo mismo que ha exigido Messi para acabar su carrera en el club de su vida. Argentina ha dejado de soñar con Messi como lo hizo con Diego Armando Maradona. La comparación ha sido verdaderamente odiosa. Pero el 10 del Barça no puede permitirse la licencia de dejar de soñar en brindar un título a su país, y así lo ha vuelto a declarar horas antes de medirse a Chile. Puede que esta, a sus 33 años, sea la penúltima oportunidad -la última quedará para el Mundial de Qatar el próximo año- que tiene para ello. Y ojalá pueda conseguirla. Los cracks como él no deberían pasar a la historia como exclusivos jugadores de club y no de selecciones. No sería el primero. También Johan Cruyff, todo un referente del fútbol moderno, que lo ganó todo con el Ajax en sus mejores tiempos de futbolista, nunca pudo conseguir un título con la camiseta de su país, y eso que aquella Holanda de 1974 tenía el mejor proyecto deportivo que se ha visto en años.

Ojalá Messi vuelva de Brasil con el título tan ansiado de la Copa América para su país y ojalá pueda usar esa frase que utilizó el bueno de Xavi Pascual después de ganar la Champions de balonmano con el Barça el pasado domingo: “Le debía una a Laporta, ahí la tiene”, dijo el entrenador despedido tras conquistar su tercer título. “Le debía este título a Argentina, ahí lo tienen”. Suena maravillosamente bien.