Desde que Laporta ganó las elecciones ha venido equivocándose en casi todas las decisiones deportivas. Prescindir de Messi Griezmann el mismo año para traer al Kun Agüero y Luuk de Jong, darle más poder a las vacas sagradas implorando favores a los capitanes para poder inscribir a los nuevos fichajes en la Liga en lugar de imponer una rebaja salarial general, como han hecho otros clubs al tener un año el estadio cerrado por la pandemia, maltratar a Koeman y desacreditarle públicamente, fichar a Emerson y venderlo al cabo de 15 días cuando la posición de lateral derecho sigue coja o prescindir de García Pimienta son solo algunos ejemplos.

No había ninguna coherencia en la política deportiva. Afortunadamente ha llegado Xavi, que está dispuesto a poner orden, no solo en la gestión del primer equipo sino también en la estructura deportiva del club. Y Laporta le ha cedido el control. La prueba es que el presidente le dijo a los periodistas el jueves que no fichaban a Alves y el viernes lo anunciaban claudicando así a la petición de Xavi, que por sus primeras decisiones, ha llegado con mano de hierro para reinstaurar la disciplina y la cultura del trabajo. Solo por eso se merece apoyo unánime. Y estaría bien que el presidente dejara trabajar a
los profesionales deportivos y se dedicara más a salir con la maleta a vender patrocinios y conseguir recursos económicos para el club, como dijo en campaña.

Xavi parte con la ventaja de ser una figura que genera más consenso y no se le exigirán los títulos que sí se le pedían a Koeman pero, como cualquier
entrenador, dependerá de los resultados. Está claro que se ha encontrado una buena quinta de jugadores jóvenes con mucho futuro a los que quizás se les ha sacado del horno antes de tiempo y están un pelín crudos pero si se les deja reposar prometen ser exquisitos.

El problema es que para que el Barça vuelva a optar a los mayores títulos le falta lo más difícil de encontrar y lo más caro en el fútbol: un delantero centro Top que asegure 30 o 40 goles por temporada y eso será muy complicado de conseguir, por los problemas económicos del club y debido a un mercado inflacionario por el dinero inyectado por los Clubess-Estado o los Clubses-magnates. El Barça no está en condiciones de pugnar con ellos a la hora de fichar a un delantero consagrado, con lo que deberá tirar de ingenio para detectar un talento joven y emergente. Es decir, descubrir a un Pedri pero en la delantera, lástima que hayan ninguneado al secretario técnico que lo encontró. Que tengan suerte.