El fútbol ya no es lo que era. Ni el mercado de fichajes. Ni la manera de cuadrar los balances. Atormentado por la pérdida de ingresos derivada de la crisis del coronavirus, el Barça tenía que lograr, sí o sí, una venta por 70 millones para cuadrar sus cuentas. Y el objetivo, salvo sorpresa final, se logrará. Esta es la cantidad que ingresará el club por Arthur Melo, un brasileño al que quisieron comparar con Xavi pero que se ha perdido en la noche barcelonesa como tantos y tantos compatriotas suyos. La suya ha sido la historia de un desengaño.

La venta de Arthur por 70 millones de euros es una buena operación. El problema es que la misma incluye la compra de Miralem Pjanic a la Juventus por una cantidad similar. Y, claro, el bosnio tiene ya 30 años y gana un pastizal en Turín. Con el cambio de cromos, la masa salarial subirá un poco más. Y la edad media, también. Hace un año se vivió un capítulo similar con Cillessen y Neto.

El Barça es víctima, todavía, del traspaso de Neymar. Ingresó 222 millones de euros, pero no supo gestionar una venta tan beneficiosa. Inmediatamente pagó un sobreprecio por Dembélé y Coutinho, dos futbolistas que no encajan en el equipo. No fueron los únicos casos. Por Arthur también se pagaron 39 millones y, destellos al margen, ha aportado muy poco. Y se gestionó muy mal la contratación de Griezmann, un futbolista maravilloso que no encaja en el modelo Barça. No es un delantero centro al uso ni un extremo. Es un segundo delantero y el único que muerde a los defensas rivales. Messi y Luis Suárez están de vuelta.

El Barça ficha a diestro y siniestro. Sin ton ni son. En el club nadie sabe a qué juega el equipo, totalmente entregado a los designios de Messi y las vacas sagradas. El cambio de Valverde por Setién no ha tenido un efecto dinamizador. Al contrario. El técnico cántabro parece haber renunciado a sus principios básicos, a un fútbol elaborado y ambicioso. Ha tenido que adaptarse a un guión decadente y tragar mil sapos. Así le va.

La Liga, seamos claros, pinta mal. Tan mal que en algunos casos ya se habla más de futuro que de presente y algunos se ilusionan con los jóvenes del filial que apuntan alto. La contratación de Trincao fue un gran acierto, como la de Pedri. Lo de Pjanic solo cuadra por motivos económicos. Clase tiene, pero sería más sensato fichar a Fabián, del Nápoles, mucho más joven y con una zurda estelar. Pero en el fútbol actual mandan los canjes. Mal asunto en un Barça con un presente incierto y un futuro que amenaza muchas turbulencias. Dentro de un año toca elecciones.