Quique Setién al fin tocó la tecla. Este domingo en Villarreal (1-4), su Barça ofreció la mejor versión desde que el técnico cambió las vacas cántabras por futbolistas millonarios. Se le han resistido tanto que ahora ya es demasiado tarde. 

Los estamentos federativos, arbitrales y de la Liga se han encargado de hacerle el trabajo a Florentino Pérez desde que regresó la competición el pasado 11 de junio. Ya en el primer partido del Madrid, contra el Eibar, con un gol en fuera de juego para abrir la lata. También hubo ayuda mayúscula en el posterior Madrid-Valencia, con un tanto anulado a Rodrigo Moreno de forma inexplicable, y un escándalo de favores arbitrales contra la Real Sociedad. De esta forma, los blancos superaban su tramo más complicado del calendario. 

Pero aún hubo más. Otra ayudita contra el Mallorca, donde el VAR se quedó dormido, al contrario de lo que ocurrió con el gol de Messi al Villarreal, anulado por una infracción anterior a la acción del tanto, y las dos últimas victorias saldadas por la mínima (1-0), de penalti y con polémica. Ante el Getafe señalaron penalti a favor y el VAR no intervino en una clara pena máxima contra los blancos. Contra el Athletic, el penalti a favor del Madrid fue cometido con una clara falta previa no sancionada sobre Raúl García donde debió intervenir el VAR para anular la pena máxima y, posteriormente, se cometió otro penalti sobre el propio Raúl García que también fue ignorado por la tecnología

Tan solo al colista Espanyol le vencieron sin polémicas claras, y por la mínima, siendo el balance de seis partidos con ayudas arbitrales en un total de siete encuentros disputados. Unas ayudas que no tuvo el Barça, sino al contrario, siendo penalizado con errores arbitrales en los empates de Sevilla, Vigo y contra el Atlético en el Camp Nou. Un número de empates que el Madrid podría haber consumado de no ser por las intervenciones siempre favorables del videoarbitraje, que criticó el propio Bartomeu, presidente blaugrana

Una realidad llamativa, que denota los intereses por devolver a Madrid una Liga que le ha pillado el gusto a quedarse en Barcelona. A falta de cuatro jornadas para poner el broche (Barça contra Espanyol, Valladolid, Osasuna y Alavés; Madrid contra Alavés, Granada, Villarreal y Leganés), los errores arbitrales han sido decisivos para decantar el título liguero. Del mismo modo que lo ha sido el mal juego del equipo dirigido por Quique Setién. Lo cortés no quita lo valiente. 

El nefasto resultado del arbitraje en estas últimas jornadas no empaña la responsabilidad del cuerpo técnico y el vestuario, que se pusieron de acuerdo para mostrar la mejor versión del equipo este domingo contra el Villarreal a través de un cambio de sistema donde Setién arriesgó y acertó con un 4-3-1-2.

Volvió el Barça de altos vuelos que no se vio en los partidos anteriores (tan solo en el primer encuentro contra el Mallorca vimos a un Barça poderoso, mientras que ante Sevilla, Celta y Atlético tan solo dejó destalles discontinuos de calidad), con la MSG pegando fuerte. Regresó, no obstante, demasiado tarde, cuando la casa blanca ya tenía la faena hecha.