Real Madrid y Barça estaban prácticamente desahuciados en la Liga hace dos meses. El Atlético, con Luis Suárez en estado de gracia, sumaba de tres en tres y se beneficiaba de los errores de los dos grandes colosos del fútbol español, mucho más torpes que de costumbre. Cuando faltan nueve jornadas, la clasificación está más comprimida que nunca y este sábado se disputa un clásico que puede ser decisivo para el desenlace de la Liga.

El Madrid, renqueante durante muchos meses, parece haber puesto la directa. En Valdebebas, un escenario con poco glamour del que todavía reniega Klopp, puede superar a un Barça ciclotímico, deprimido a finales de 2020 y exultante en los primeros meses de 2021. Vinicius y Marco Asensio, dos futbolistas con mucho desparpajo y talento, no daban pie con bola, pero parecen haber despertado de su letargo para rescatar a un Madrid que se ilusiona con la Liga y, sobre todo, con la Champions. Con Zidane siempre tiene una vida más. Puro instinto de supervivencia.

El Barça, mientras, sigue en fase de construcción. Ambición no le falta ahora, pero sí más empaque y fútbol. Es un equipo imprevisible, con muchas limitaciones, que ha optado por resguardarse para camuflar sus enormes carencias defensivas. Más protegidos, Dest y Alba sorprenden con sus incursiones y Busquets sufre menos. En Valdebebas necesitará de la mejor versión de De Jong, pero sobre todo del desborde de Dembelé y la inspiración de Messi, principio y fin del Barça, como si nada hubiera cambiado en la última década.

Koeman, posiblemente, apostará por cinco defensas, tres medios y dos delanteros, sacrificando a Griezmann para reforzar el centro del campo. El suyo es un Barça camaleónico que debe ser aguerrido y ambicioso en Madrid. No importa tanto el control del partido como hurgar en las debilidades madridistas, agravadas con las bajas de Sergio Ramos y Varane. El empate sería un buen resultado, pero el Barça actual necesita una victoria de prestigio, tras perder contra el mismo Madrid y el Atlético en la primera vuelta.

El Barça, con Laporta de presidente, ganó en cuatro de sus siete visitas al Bernabéu en partidos de Liga entre 2003 y 2010. El 2-6 es eterno, pero el equipo de Koeman no está para gestas similares. Su Barça está a otro nivel que el de Guardiola. Y el club está hecho unos zorros, con una deuda astronómica y muchos despidos a la vista.

Una victoria en Valdebebas tendría un efecto terapéutico brutal para un Barça que debe enterrar su pasado más inmediato y encarar el futuro con menos cargas y complejos. Una derrota, en cambio, transformaría la felicidad actual en un estado de incertidumbre y desasosiego cuando la Liga entra en su fase decisiva. El empate sería un mal menor para un Barça de mínimos que una semana después podría ganar el primer título de una temporada que amenazaba con ser una pesadilla y que, ahora, puede tener un final feliz.