Ni un mes ha pasado de la traumática avalancha de seguidores del Eintracht en el Camp Nou… y el Barça ha sufrido otra en sus narices. De menor calado. De menor repercusión. Pero igual de llamativa (o más), por cuanto los aficionados del Sabadell en el Johan Cruyff significaban alrededor de la mitad del público presente en el derbi catalán de la 1ª RFEF entre los vallesanos y el filial blaugrana. Y, si contra los alemanes el club no hizo nada porque no se lo esperaba –a posteriori anunció medidas para evitar que se repita, mientras la UEFA prepara una sanción–, contra los arlequinados se actuó sin demasiada diligencia. Ni tanto ni tan calvo.

En el caso del filial azulgrana, el club puso 1.300 entradas a disposición del Sabadell. Se agotaron. Pero la hinchada arlequinada ascendió a unas 2.000 personas. ¿Cómo puede ser? Pues porque fueron muchos los que compraron los boletos por su cuenta, fuera del circuito de venta para los equipos visitantes. ¿Y qué hizo el Barça? Pues anunció que si detectaba camisetas del equipo vallesano fuera de la zona perimetrada para ellas trataría de reubicarlas en ese lugar –estas separaciones de aficiones se hacen en todos los campos por una cuestión de seguridad–. Pero la realidad fue bien distinta en algunos casos, porque no cabían todos (aunque se amplió la grada rival). Entonces comenzaron las malas formas.

Siempre con el argumento de la integridad física de todos los espectadores, el personal de seguridad del Johan Cruyff se excedió en sus funciones. Y trató de que esos aficionados extra se despojaran de cualquier símbolo arlequinado. Alguna mujer se quedó en sujetador en los alrededores del estadio por este motivo. Por lo tanto, es inaceptable que un club como el azulgrana dé esta imagen de descontrol. Es cierto que se cedieron más asientos de los 400 que exige la normativa para los visitantes, pero, hecho esto, no se puede permitir que no se esté preparado para estas situaciones y no se esté al corriente de cuánta gente moviliza el rival. Alguien debería tomar cartas en el asunto.

Quien sí lo ha hecho, curiosamente, es Gerard Piqué con su Andorra. El club pirenaico solo cedió 600 entradas al Sabadell para el partido entre ambos equipos de hace dos semanas, aunque la afición arlequinada quería más. Estaba muy reciente el eintrachtazo del Camp Nou y se curó en salud. Dicho esto, está bien y es lógico que se concentre a la afición visitante en una zona concreta del estadio, pero ¿hay que impedir que un alma libre vista la camiseta de su equipo en mitad de la hinchada local? ¿Es por seguridad? ¿Tan animal es el ser humano como para no comportarse en un campo de fútbol a estas alturas? Parece que sí… En cualquier caso, el Barça ha quedado retratado con estas invasiones que pasarán a la historia, en especial la del Camp Nou