Había una historia con un titular escrito antes del Barça-Betis, y otra diferente y real al finalizar el encuentro.

Una historia ideal para los incrédulos del proyecto Bartomeu y otra historia que satisface a los que creen en el Barça esté quién esté en la directiva. Las primeras páginas ganaron más fuerza cuando el equipo andaluz se adelantó en el marcador: el campeón de Liga y Copa ocupaba la cola del campeonato. Estaba por debajo del Espanyol y compartía última plaza con el Leganés. Y la foto que ilustraba esa primera historia seguro que era la del banquillo de los lesionados viendo la debacle con sus hijos. Y los hasthags de “Valverde out”, y “Bartomeu dimisión” serían tendencia desde Girona hasta Burkina Faso. Y todo se sostendría bajo el argumento de la mala planificación de la pretemporada.


Que el Barça estuviera jugando bien con una alineación nada atractiva, con seis canteranos, y que pese a las ausencias de sus estrellas principales el Camp Nou registrara un nuevo lleno, todo eso importaría muy poco. Entonces, los que viven añorando aquel pasado tan especial se habrían vuelto resultadistas. Y todo sería nuevamente cuestionado, pero con mayor furia porque alguien volvería a decir que a este Barça le han robado la alegría.


Afortunadamente esa historia del campeón colista sufrió un delete cuando una buena combinación de Sergi Roberto con Griezmann terminó en las redes béticas para corresponder el apoyo del público y especialmente de los chicos del Gol Norte, incansables en su labor de irradiar entusiasmo permanente en el Camp Nou.


Ahí comenzó a escribirse la segunda y verdadera historia del campeón goleador. Esa que resalta el fichaje del francés, la notable labor de Rafinha, y la valentía de Ernesto Valverde para confiar en Carlos Pérez y en un chico de 16 años cuyo nombre (Ansu Fati) no había salido en ningún medio de esos que hablan de una Masia enferma. Ajústense los cinturones Culemaniacos que lo que viene es otra temporada para disfrutar.