La última vez que eliminaron al Barça en octavos de final de la Champions fue hace doce años. El verdugo fue el Liverpool entonces dirigido por Rafa Benítez, Reina era el portero, jugaba Arbeloa y Xavi Alonso, y en el banquillo estaban otros dos jugadores que luego pertenecieron al Barça: Mascherano y Zenden.

Era el Barça de Rijkaard, Ronaldinho y Deco, Eto’o y un joven Messi. El equipo azulgrana fue eliminado por el valor doble de los goles, perdió en casa 1-2 y ganó en Anfield Road 1-0. Entonces el Barça era el defensor del título. Había ganado su segunda Champions en París ante el Arsenal. Parecía un equipo en racha, instalado en el triunfo. No hubo relevo de entrenador, la junta conservó la calma y Rijkaard siguió una temporada más.

Recuerdo este suceso del Barça en los octavos de Champions porque este miércoles el equipo se juega su paso a los cuartos de final. El resultado de la ida (0-0) no garantiza nada, al contrario. Invita a la preocupación porque cualquier empate con goles clasificaría al Olympique Lyon. Lo bueno es que la eliminatoria se define en casa y sobre el papel, con un Camp Nou lleno el Barça debería pasar la ronda.

Pero si hay algo que tiene que retumbar en la cabeza del vestuario azulgrana son las experiencias vividas la semana pasada en casa del Real Madrid y del PSG. Los dos llegaron con un mejor resultado al partido de vuelta del que tiene el Barça y acabaron eliminados. Toda una sorpresa en la Champions, que hacía rato no se producía. Pero que demuestra claramente que en el fútbol no hay verdades absolutas porque hoy en día la competitividad ha alcanzado un grado muy alto en el que no existe equipo pequeño.

El Barça está avisado. Es consciente que en el camino se han quedado dos favoritos en la lucha por un título con el que sueña la afición barcelonista y especialmente toda la plantilla, Leo Messi el primero. El equipo y su entrenador no pueden olvidar la experiencia de la temporada pasada en Roma, a la que se acudió con un resultado muy favorable y acabó siendo eliminado jugando a lo que nunca había jugado ni sabe jugar: a la defensiva. Estar entre los ocho mejores de Europa no es un sueño sino una obligación para este Barcelona.