El futuro no está escrito. Tampoco en el Barça, que debe pergeñar su destino sin Leo Messi, santo y seña del club en la última década. Al crack argentino le queda cuerda para rato, o eso parece, pero cuesta descifrar el Barça venidero, sin la magia del futbolista más genial y rendimiento más continuado en el Camp Nou.

Repensar el Barça pos-Messi no es cosa baladí y la actual estructura deportiva ya ha activado su plan renove. Los fichajes de Dembelé, De Jong, Arthur y Lenglet, por ejemplo, son buenos ansiolíticos para evitar una depresión morrocotuda. El ascenso de Aleñá y la reciente contratación de Todibo por un precio ínfimo también avalan los planes de Josep Maria Bartomeu, superado ya el ecuador de su mandato.

Bartomeu ha delegado la gestión del club en sus ejecutivos. Sabe que su mandato, a corto plazo, será evaluado por los éxitos deportivos, sobre todo del primer equipo de fútbol. Con una mirada más amplia y distante, también será juzgado por la remodelación del Camp Nou y la construcción del nuevo Palau Blaugrana y del estadio Johan Cruyff, en la Ciutat Esportiva Joan Gamper.

El Espai Barça será la gran obra del club en el siglo XXI. La piedra filosofal de su futuro como una de las grandes potencias del fútbol. Fundado en 1957, el Camp Nou necesita mucho más allá que una reforma de chapa y pintura. Sus instalaciones se han quedado anticuadas y, año tras año, el club pierde muchos millones en la explotación de sus localidades vip. La actual distancia con el Real Madrid es enorme después de que Florentino Pérez haya invertido 180 millones de euros en la transformación del Bernabéu desde que accedió a la presidencia, por primera vez, en 2000. En el Camp Nou, las cambios han sido mínimos.

Maqueta del proyecto de reforma que se pretende realizar en el Camp Nou dentro del Espai Barça / EFE

Maqueta del proyecto de reforma que se pretende realizar en el Camp Nou dentro del Espai Barça / EFE

Maqueta del proyecto de reforma que se pretende realizar en el Camp Nou dentro del Espai Barça / EFE

El nuevo Camp Nou sí será un estadio digno de un gran club del siglo XXI. Todas las localidades estarán cubiertas y el acceso a la grada será mucho más rápido y cómodo. También se eliminarán las barreras arquitectónicas para una mejor integración con el barrio (Les Corts) y su mayor capacidad (se ganará unas 5.000 localidades) cubrirá las demandas de muchos socios que persiguen un abono desde hace muchos años.

También tiene buena pinta el nuevo estadio Johan Cruyff, con capacidad para 6.000 personas, aunque falta por ver si los habituales al Miniestadi se desplazan a la Ciutat Esportiva. Muchas más dudas, al menos entre los aficionados al baloncesto, suscita el diseño del nuevo Palau Blaugrana, la penúltima pata de un ambicioso proyecto presupuestado en 600 millones de euros. El futuro tal vez no esté escrito, pero sí muy bien esbozado.