La contundente victoria electoral de Joan Laporta inició, el pasado domingo, un nuevo ciclo en el Barça. Una etapa compleja, marcada por las urgencias deportivas y, sobre todo, la delicada situación económica de la entidad. En sus primeras apariciones, el nuevo presidente ha intentado combatir el desánimo, con mensajes de optimismo y mucha complicidad con los futbolistas.

Laporta, poco a poco, abandona su talante más conservador de la campaña electoral y empieza a soltarse. Sabe que medios de comunicación, futbolistas, socios y aficionados interpretarán cualquier gesto suyo y todos esperan que se reúna con Messi. El futuro del astro argentino no solo condicionará la reconstrucción del equipo. También marcará el estado de ánimo de la institución y la negociación de muchos contratos.

Los últimos gestos de Messi han sido muy bien recibidos por Laporta y el barcelonismo. La continuidad del futbolista pasa, obviamente, por una notable rebaja salarial y sería el mejor mensaje para abordar futuras negociaciones, como las renovaciones de Dembélé o Ilaix. Otras operaciones serán mucho más complejas.

Laporta deberá gestionar una masa salarial disparada. Muchos pagos, además, se han diferido con contratos a medio y largo plazo. El problema no es menor, porque muchos futbolistas desencajan en los planes de futuro y sus fichas son un problema. Un problema mayúsculo. Casos hay varios, como los de Neto, Junior, Braithwaite, Pjianic y Coutinho, jugadores de rendimiento insatisfactorio.

El Barça, posiblemente, deberá asumir decisiones impopulares y hacer caja con futbolistas con buen cartel como Sergi Roberto o Griezmann. Los fichajes, salvo sorpresa, serán de perfil bajo y, en la mayoría de los casos, sin tener que abonar un traspaso. Eric García, Álaba, el Kun Agüero y Depay están en el punto de mira de un Barça que, más por obligación que por convicción, tendrá que mirar hacia el fútbol base.

La refinanciación de la deuda será otro asunto prioritario. También, el nuevo Espai Barça, que tal vez pase por un traslado momentáneo a Montjuïc para acelerar las obras del Camp Nou. Hoy, todo es humo y esperanza tras muchos meses de desencanto y depresión. Ahora toca transformar las buenas intenciones en hechos, conscientes de que la regeneración será complicada.