Si hay algo a destacar en el Barça, en positivo como decía Van Gaal, es que el equipo se está reforzando. Si hay algo que motiva a un aficionado para seguir apoyando a su club son los fichajes. La afición necesita ver caras nuevas, jugadores con talento y de calidad demostrada. Y si hay algo que ponga el cuerpo contento es que tu club fiche a una estrella de un equipo enemigo. Debilitar al adversario de esta forma es tan satisfactorio y apetecible como comer en la barra del Cañete.

Todavía recuerdo la inmensa alegría y las risas del madridismo cuando los blancos arrancaron a Luis Figo del Barça, y, posteriormente, se llevaron a Michael Laudrup. Es imprescindible hoy en día entender que el fútbol es principalmente un negocio, y que hay muchos representantes de futbolistas que tienen como mayor objetivo sacar la mejor rentabilidad a su producto. Oferta y demanda siempre ha existido, y en todos los aspectos de la vida. El amor a los colores, el deseo de jugar en determinado equipo por sentimentalismo cada vez es una causa y una razón que ha pasado a una vida mejor. El fútbol es un negocio hasta para las empresas de comunicación, especialmente las televisivas.

Todos desearíamos que el Barça se nutriera básicamente de La Masia y que naciera una nueva generación como la que brindó al nuevo y viejo barcelonismo momentos gloriosos. Pero sabemos y entendemos que eso es una tarea harto difícil incluso para escuelas como la del Ajax, Milan y Madrid por poner ejemplos próximos. Pero el negocio funciona si tienes la dicha de poseer un equipo competitivo, con cracks que sean ídolos, con estrellas que reclamen la atención y jugadores que vendan camisetas. Puede que en el futuro eso cambie y las fórmulas que propone algún aspirante a la presidencia del club sean las ideales para revertir el sistema financiero del club.

Hoy toca comprar grandes futbolistas, reforzar tu equipo para estar en lo más alto en todos los hemisferios posibles. Criticar el fichaje de Griezmann porque el año pasado prefirió seguir en el Atlético es una tontería. Está aquí, es un campeón del mundo, un futbolista espectacular y se lo has quitado a un enemigo. Y eso hay que celebrarlo. 

Y ojalá este Barça logre la vuelta de Neymar y de Dani Alves, sería la envidia del mundo, el equipo deseado y toda una delicia para todo aficionado del fútbol. Desde 1974, que llegué a Barcelona, siempre observé que esa ciudad quería lo mejor. Y en fútbol nunca escatimó esfuerzos para presentar equipos vestidos de seda y con las principales vedettes del momento. Pues entonces cuál es el problema.