A finales de junio, el Barça y el Ayuntamiento de Barcelona escenificaron el acuerdo por el que el primer equipo masculino de fútbol jugará como local en el Estadio Olímpico Lluís Companys la temporada 2023-24, mientras se realizan las obras del Camp Nou. Lo lógico es aprovechar unas instalaciones de estas características, hecho que también ayuda a conservarlas –es uno de los estadios de España más antiguos–, pero los amantes de los números deberían estar preocupados: el conjunto azulgrana tiene un problema en Montjuïc.

El Barça visitó el Olímpico en competición liguera durante 12 temporadas consecutivas, que fueron las que estuvo el Espanyol como inquilino del estadio (1997-2009) antes de su traslado al RCDE Stadium. Y, digamos, a los azulgranas no les fue demasiado bien, aunque tampoco demasiado mal, según se mire. Solo ganaron el 50% de los encuentros, seis, pero es verdad que solo perdieron dos (17%). Visto de otro modo, obtuvieron unas rentas de 22/36 puntos en juego, alrededor del 60%.

Por otra parte, el Barça encajó una media de un gol por partido (12), solo mantuvo la portería a cero en tres ocasiones y anotó 16 dianas en esas temporadas (solo se marchó dos veces sin perforar la portería rival). Son datos que no están mal para un visitante, pero esas cifras como local no se pueden sostener en un club como este. Por lo tanto, el Barça iniciará su etapa en Montjuïc con las estadísticas en contra en ese feudo, aunque, obviamente, las condiciones serán otras.

Esperemos que la dirección deportiva acierte, que se hagan los fichajes necesarios, y, aunque queda un año, que en Montjuïc se genere el clima adecuado para llevar en volandas al equipo y pelear por todos los títulos. De lo contrario, tocará lamentarse, y no queremos más temporadas de sufrimiento por entrar en Europa. El Barça no se lo puede permitir, por prestigio y por dinero.