El Barça, por razones deportivas y económicas, confía en Leo Messi (34 años) para liderar la renovación del equipo de Ronald Koeman y sacrifica una de las piezas que mejor simboliza su decadencia: Antoine Griezmann. No le queda más remedio para cumplir con las exigencias de la Liga de Fútbol Profesional, muy estricta con el control financiero de todas las entidades.

Messi ha sido y seguirá siendo el epicentro del Barça. Su líder. El futbolista sobre el que gravitará todo el juego y buena parte de los contratos comerciales del club. La auténtica revolución comenzará el día que no esté el astro argentino en el Camp Nou. Desde 2008, con el ascenso de Pep Guardiola, Messi es el crack. El jugador de referencia. La bandera. Y el Barça, una vez más, se entrega a su magia.

Laporta ha encontrado la fórmula para prolongar el contrato de Messi, que hace casi un año desafió al Barça con el célebre burofax en el que pedía su salida inmediata del club. La buena sintonía entre ambos y las presiones familiares explican que el astro argentino haya descartado ofertas económicamente superiores y proclamara su amor eterno a una entidad que hace dos décadas apostó muy fuerte por él.

La continuidad de Messi comportará la salida de Griezmann, un futbolista que ocupa su misma demarcación y que nunca debió ser fichado. Era un cromo similar y el capricho de Bartomeu lo ha pagado muy caro el club, que ahora está con la soga al cuello por su generosidad/irreponsabilidad a la hora de firmar contratos.

Griezmann, que cobra unos 40 millones brutos anuales, regresará al Atlético. A cambio, el Barça espera incorporar a Joao Félix o Saúl Níguez, futbolistas con mucha proyección y un coste salarial muy inferior. En ataque, además, Koeman ya tiene al Kun (una petición de Messi) y a Depay (una petición del técnico holandés).

Laporta tiene muchos más problemas por resolver. Le sobran futbolistas, sobre todo Pjanic, Umtiti y Coutinho, con unos salarios descomunales. También busca una salida para Braithwaite, un futbolista de medio pelo que se ha revalorizado en la Eurocopa y que podría aliviar las tensiones en la tesorería de un Barça al borde de la quiebra.