Fichaje polémico donde los haya. La de Antoine Griezmann será una de esas contrataciones que marque el devenir de la junta directiva del FC Barcelona. Aunque nadie duda de la calidad como futbolista del Principito, suscita oposición tanto desde el punto de vista deportivo como desde el punto de vista emocional, un aspecto este último que no debe menostenerse. 

Lo que ocurrió hace un año con el famoso documental de La Decisión condiciona todo lo referente a un jugador que fue pitado enérgicamente en el Camp Nou el pasado 6 de abril, en el último partido realmente decisivo del Barça para sentenciar una de las ligas más cómodas de los últimos años. 

Poco más de un mes después, permanecemos expectantes a la noticia oficial de su fichaje por el Barça. El PSG dice a través de Tuchel que no es una posibilidad real. Guardiola descarta su fichaje por el City. Desde el club, discreción absoluta. Nadie sabe nada, pero nadie lo desmiente. Y cuando no hay desmentidos... suele ser porque algo se cuece. 

Josep Maria Bartomeu ha pedido discreción absoluta con una operación que dejó malparada su imagen hace un año. Este curso, en cambio, la estrategia de comunicación persigue enaltecer su figura con intervenciones decisivas en los fichajes de De Jong, próximamente De Ligt y el propio Griezmann

El presidente del Barça puso tierra de por medio cuando algunos de los medios de comunicación más afines al club filtraron las primeras noticias en marzo. Mundo Deportivo y alguno de sus colaboradores habituales, como el Lobo Carrasco, proclamaron a los cuatro vientos que Griezmann se estaba ofreciendo al Barça. Tanto, que su agente tuvo que desmentirlo públicamente.

También el periodista Marçal Llorente aseguró en Barça TV que Bartomeu quería ese fichaje. Lo dijo con tanta seguridad que en el club alguien se dio cuenta en seguida de que había que rebajar el souflé y se mandó un mensaje oficial muy contundente: "Estamos centrados en la temporada, ahora no toca hablar de fichajes. Nada pensado ni decidido para la próxima". 

Estos días han ido aflorando más informaciones de ese momento: Antoine habló con gente del club azulgrana horas después de la caída del Atlético de Madrid contra la Juventus. Allí vio claro que conquistar la Champions sería casi imposible de rojiblanco. Perdió el tren en aquellas fatídicas finales contra el Real Madrid

Fue seguramente en ese instante cuando cayó en la cuenta de que quizá todavía estaba a tiempo de evitar perder otro tren, el del Barça de Messi. Pese a La Decisión, es obvio que Griezmann no tenía claro al ciento por ciento lo de quedarse en el Atleti, y por ello exigió una cláusula liberatoria por 120 millones de euros a 1 de julio. Y es eso a lo que se aferra ahora un Barça que necesita cambiar algunas piezas. 

La oposición de distintos sectores del entorno culé salta a la vista. Laporta se posiciona en contra, como Minguella, Roures y otros ilustres enemigos de la cúpula blaugrana. Muchos ven en Griezmann otro punto de debilidad de la actual directiva para hacer sangre tras la debacle de Anfield

Este es uno de los motivos por los que Bartomeu exige discreción. Hay que analizar bien como vender la noticia, sabiendo combatir esa oposición latente al fichaje y asumiendo el riesgo de que, si por lo que sea el jugador no cuaja, todo se puede volver en contra.

Tras el fiasco de Coutinho, toca acertar. Sin embargo, el estado de opinión del aficionado ha ido cambiando y tras el desastre en Liverpool son más los hinchas que ven a Grizzou con buenos ojos

La clave estará en el rendimiento deportivo. Muchos entendidos dicen que es un jugador incompatible con Messi porque juegan en la misma posición. Otros, en cambio, creen que su versatilidad demostrada en el pasado es el gran aval de Griezmann para adaptarse al equipo, además de que conoce la Liga y la Champions perfectamente. Su principal punto a favor es lo que más lo diferencia de Coutinho: el Principito va con todo en el campo, no escatima en esfuerzos, lleva la cabeza alta y luce una sonrisa de oreja a oreja. 

PD: cómo decía el mítico Andrés Montes, todos los jugones sonríen igual.