Las pirañas han olido sangre. Si cualquier excusa es buena para atacar a Josep Maria Bartomeu, la debacle de Anfield, a pesar de que la responsabilidad de aquella noche es casi exclusiva de los jugadores, ha provocado una ola de movimientos para afear la gestión del presidente. El hashtag #BartomeuOUT ha aparecido entre lo más comentado de Twitter en los últimos días, mientras los posibles rivales del mandatario azulgrana lanzan mensajes para debilitar a la junta directiva. Parece que, de momento, sin éxito.

En 1923, el Pro Vercelli piamontés nombró “socio de mérito” a Joan Gamper. El club italiano era el tercer extranjero que incluía al fundador del FC Barcelona en su cuadro de honor, tras el Daring de Bruselas y el Zurich suizo, según recogían las noticias de aquellos años. Porque Gamper, aparte de fundar el Barça, promovió el deporte en la ciudad, y fue uno de los responsables de la expansión del club. Por ello incluso recibió el reconocimiento de los rivales, algo impensable en un presidente de nuestros días salvo tragedia.

Para entonces, Gamper ya había marcado muchos goles con la camisa azulgrana, había presidido el Barça en distintas etapas y lo había salvado de la desaparición. Ello le valió varios homenajes en vida, incluida la primera edición del trofeo que lleva su nombre (aunque pasaron muchos años hasta que se volvió a disputar). Sus últimos años, sin embargo, fueron duros. Tanto, que se quitó la vida. Pero su legado continúa.

Con ello quiero decir que personajes como Gamper son irrepetibles, y que cada uno lidia con sus circunstancias. En el caso de Bartomeu cogió las riendas del mejor Barça de la historia, y la transición no es sencilla. Primero, porque más pronto que tarde el club tendrá que enfrentarse a la retirada de Messi (otro irrepetible), jugador que, por otra parte, es hoy el centro del universo culé. Barto trabaja para tenerlo contento.

Es cierto que por el camino se ha perdido el juego de toque, y que muchos fichajes no han dado la talla. Pero también es cierto que, con Bartomeu, el Barça se acerca a los 1.000 millones de euros en ingresos (todo un récord en el mundo del fútbol), y que sin este dinero sería muy complicado retener a Messi y rodearlo de grandes acompañantes, que tampoco cobran poco. Bajo su mandato, algo habrá hecho bien, el equipo de fútbol ha levantado Ligas, Copas, Supercopas, Champions y Mundialitos (incluso un triplete), y por Anfield se lo quieren cargar.

Ya intuimos que Bartomeu no será socio de honor de ningún club rival, entre otras cosas porque el negocio en el que se ha convertido el fútbol lo impide. Chirriaría. Pero vamos a ver cómo gestiona este verano, uno de los más complicados por los fichajes y las ventas, y cómo se desarrolla la próxima temporada. Muchos hablan de oídas para hacer daño, por lo que repito lo que dije en un artículo anterior: la única bandera de los culés es (tiene que ser) la azulgrana.