No vamos a por interpretaciones contra el feminismo, ni contra la mujer. Al contrario, es una de mis máximas que siempre llevo especialmente a la práctica en todos los ámbitos de mi vida, el laboral el que más. Pero fuera hombre o mujer, la figura de Chief Compliance o Compliance Officer en el Barça solo se diseñó para maquillar el error, intencionado, que fue el fichaje de Neymar. Para entender las cosas, a veces es importante conocer su historia.

La operación Neymar había salido a la luz, el Barça judicialmente quedaba condenado y la misma directiva que lo había fichado era la que seguía el camino al frente del club. Necesitaban alguien que se mirara la letra pequeña de los contratos porque, según ellos, si estaban asesorados evitarían el trágico desenlace que supuso el contrato del brasileño. Esta incorporación se hizo pública en abril de 2017. Anteriormente, tan sólo en una temporada, el Barça se gastó un millón de euros en estos servicios externos.

En el momento que incorporan esta figura dentro del organigrama propio, las cosas cambian. La figura que empieza a dar forma a esta necesidad es Sabine Paquer, que hace un año acaba siendo sustituida por Noelia Romero, la famosa chief compliance. ¿Qué ha pasado ahora para que una figura tan deseada, especialmente por imagen, sea precisamente un inconveniente? ¿No tendría que ser al revés contando de lo que venimos y los motivos por los que se introdujo?

Preguntas que inducen a una respuesta. Romero quería trabajar, no maquillar. Su implicación y la acumulación de información en los últimos tiempos sobre las operaciones del club no gustan. No la echan porque no pueden pero es evidente que hay un intercambio de flujos de poder e información que deben gestionarse de la mejor manera posible. En caso contrario, volverán a abrirse las compuertas de los escándalos que tan poco necesita el club ahora mismo. Puestos a pensar, será interesante saber qué opinión le merece a Romero el contrato de Griezmann.