Son los contenidos más consumidos de los periódicos deportivos y, sin embargo, son los menos trabajados por los redactores: basta con insertar una fotografía de Instagram de la novia de tal o cual futbolista y poner un titular sugerente para atraer las miradas y los clics de los aficionados del balón… y del mundo rosa. Es así, por suerte o por desgracia. Es el deporte convertido en negocio; el periodismo transformado en entretenimiento. Y la cosa viene de lejos. Viene, de hecho, del papel de hace un siglo, por lo menos.

Lo que ahora son las WAG (Wives And Girlfriends), término utilizado para hablar de las parejas de los futbolistas profesionales, en otros años eran las personas del bello sexo, que aportaban un toque de color a las crónicas futboleras. Su presencia en los campos de fútbol era casi anecdótica, y atrevida. Hoy sus apariciones son casi un negocio en sí mismas. Pero ¿cuándo empezaron los chismecillos del mundo futbolístico?

Siempre han sido noticia las bodas, los bautizos y las comuniones de los ases del balón. Sin embargo, el 1924 puede ser el momento en el que se sembró la semilla de lo que hoy son las secciones más leídas de los digitales deportivos. En junio de aquel año, un reconocido periódico dejó caer que Samitier se había enamorado de una muchacha donostiarra, y vertía rumores sobre su futuro balompédico. Titulaba así: “Samitier enamorado, presunto donostiarra y también presunto parisien”. El redactor vio un filón. Si levantara la cabeza…

Pero también aquel año pasó a la historia porque el Barcelona impuso el “veraneo” a sus jugadores del primer y del segundo equipo. Les prohibió la participación en cualquier partido de fútbol durante julio y agosto. ¡Cómo ha cambiado el asunto! De hecho, con 60 partidos al año, como mínimo, hoy hasta resulta complicado darles vacaciones a los cracks. Claro que en 1924 el fútbol todavía no se había profesionalizado, aunque estaba a las puertas. Queda claro que algunas cosas han cambiado para bien y otras, para mal.