Ernesto Valverde no tiene claro su futuro, o tal vez sí, pero no quiere desvelarlo públicamente. Pragmático e inquieto a partes iguales, el técnico del Barça está mucho más preocupado por el presente inmediato y sabe que la nota final de la temporada dependerá, en gran medida, del resultado final en la Champions. Ganar la Liga y la Copa, aunque parezca una marcianada, ya no es suficiente en el Camp Nou.

Valverde es una persona de pocas palabras, pero sus silencios y algunos gestos le delatan. Hombre de club, silencia sus diferencias con la dirección técnica. Diferencias, por otra parte, que asume como normales en una entidad que mueve tantas pasiones y millones. El club no atendió algunas peticiones suyas, como las de Iñigo Martínez y Willian, pero nada molestó más a Valverde que el run run posterior a la eliminación dela Champions tras el batacazo de Roma. No le gustó nada que se dudara tanto de su gestión.

El futuro de Valverde se resolverá, probablemente, en primavera. En abril o mayo. Su contrato quedará automáticamente renovado si él o el club dan por bueno el año opcional que firmaron en 2017. Las sensaciones, sin embargo, apuntan a una salida del técnico azulgrana, quien todavía cuenta con el respaldo de las vacas sagradas del equipo. La complicidad de Leo Messi, de momento, es el mejor aval para Valverde.

La actual estabilidad de la institución y el elevado grado de aceptación de la masa social tampoco aconsejan medidas drásticas. Josep Maria Bartomeu no dará un paso en falso y delegará el asunto en Pep Segura, mánager general del Barça, partidario de evolucionar el modelo que introdujo Cruyff y perfeccionó Guardiola. Y ahí radica la clave del asunto.

Valverde encaja bien porque asume el modelo cruyffista, pero no es esclavo del mismo y ha introducido importantes matices. El Barça sigue siendo protagonista en el campo y cuida como pocos el balón, pero su sistema es mucho más flexible. El equipo ataca con tres delanteros, pero defiende con dos líneas de cuatro jugadores porque Ernesto prioriza el equilibrio a la estética.

Valverde, hoy, parece dueño de su futuro. En su círculo más íntimo comparan la situación actual con la vivida hace dos años en Bilbao. Sus regates a la prensa son casi idénticos. Ya se sabe, no obstante, que en este club todo se magnifica, para bien y para mal, y las planificaciones a medio y largo plazo pueden saltar por los aires en apenas un minuto. Así ha sido, es y será el Barça, un club que magnifica cualquier éxito y devora a entrenador y futbolistas de prestigio en las circunstancias más adversas.

Y mientras Valverde se desmarca de los chismorreos y las especulaciones, Pep Segura y su estructura técnica trabajan en silencio. Que nadie dude de que ya trabajan con alternativas. A diferencia de otras épocas, sus movimientos son discretos. En el caso de relevar a Valverde, ¿será Pep Segura atrevido u optará por un cambio discreto? ¿Apostará por Quique Setién o Rubi para prolongar el actual modelo o fichará a un entrenador con otra mirada? Del éxito o fracaso dependerá, en buena medida, que la actual junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu puede agotar su mandato hasta 2021.