Philippe Coutinho vuelve a sonreír. Aun arrastra la resaca de una temporada difícil en el Camp Nou, pero Brasil es sinónimo de alegría e incluso es capaz de contagiarse en un jugador tan tímido como el mediapunta. La seleçao volvió a brillar frente a Honduras, un combinado menor, con un festín de goles y un Coutinho que con cara de pocos amigos y semblante serio está obligado a liderar tras la baja de Neymar

El brasileño es feliz. Así se le ve jugando y así lo aseguran sus compañeros de vestuario. Y es entonces cuando todos los presagios del barcelonismo se cumplen. ¿Por qué es un jugador determinante en Brasil y en cambio es otro André Gomes vestido de azulgrana? Por su bien personal y profesional deseo lo mejor a Coutinho, incluso si eso supone que sea lejos de la capital catalana. Un jugador de clase mundial, con unas cualidades técnicas y tácticas envidiables que no han encajado en el Camp Nou por dos razones: Leo Messi y Ernesto Valverde

La presencia del argentino, quien se verá las caras con el tridente azulgrana en la Copa América, es evidente que ha frustrado las opciones de Coutinho para desarrollar su mejor fútbol. También señalan al Txingurri, obcecado en que juege de extremo a pierna cambiada cuando apenas cumple los requisitos que se exigen a un juvenil para ocupar dicha demarcación. Velocidad, desborde, y atrevimiento. Tan solo el regate es una de las facultades que cumple y que se piden a los delanteros de banda, pero con otro estilo, más estático y pausado.

Coutinho está claro que triunfará lejos del Camp Nou. Para desgracia de una directiva que desembolsó 160 millones por un jugador que ha pasado de puntillas en temporada y media. Una tercera oportunidad se presenta difícil, por no decir imposible, y la Copa América es la última oportunidad de revalorizar a un jugador que ha perdido todos sus credenciales en 18 meses. 

El efecto contrario

El esquema de juego no ha cambiado. Valverde no se ha atrevido y tampoco ha podido encontrar sitio a Dembelé y Coutinho juntos. La libertad que tiene Messi en el verde ha dejado señalado a un jugador que donde mejor se desenvuelve es entre línea y así nos ha ido. Con uno menos en casi todos los partidos, a cada cual peor, con una Champions menos y con una necesidad de renovar el vestuario preocupante. 

Messi ha generado el efecto contrario en Coutinho. Su principal valedor ha sido su verdugo. Llegó al Barça porque así lo sugirió el capitán, mantuvo la titularidad porque así lo recomendó el argentino y saldrá porque lo ven todos, incluido el rosarino. Estemos preparados para verle brillar de nuevo en la Premier, sin recelos. Se lo merece. Porque todos los buenos no encajan en el Barça, y menos en la era Messi. Porque a veces, por increíble que parezca, los buenos no se entienden. O no caben. Cosas del fútbol.