Once meses lesionado, vuelve y tropieza nuevamente con el fantasma de la lesión en noviembre. El joven Ansu Fati, a sus 19 años, está condenado a la peor pesadilla de un futbolista: las lesiones crónicas. Ahora, venden que volverá pero a la perla azulgrana siempre le acompañara, en toda su carrera deportiva, una aureola difícil de sacarse de encima.

Vamos a ser claros: no es normal que un chico tan joven y con sus características constantemente esté achacando problemas musculares en su pierna derecha. Como ya expresé anteriormente, en el quirófano lo sentenciaron por una especie de infección hospitalaria de la cual no hay manera que la supere.

Y, aunque estén obsesionados en disfrazar el problema, la cruda realidad sigue aquí. Ahora parece que vuelve, de acuerdo. Pero, por el márketing y hacer felices a los culés, ¿Ansu Fati debe tener esta presión de líder, de discípulo de Messi, cuando todo el mundo sabe que sus limitaciones físicas siempre le impedirán coger una línea más o menos constante?

Celebro el retorno del doctor Ricard Pruna. Pondrá orden a todo el descalabro médico y seguro que hará todo lo que esté en sus manos para darle una mejor calidad de vida deportiva. Pero debemos empezar a señalar aquellos discursos que interesan vender desde el club pero están lejos de la realidad. Uno de ellos es que el joven delantero no se recuperará nunca al 100%.  Y otro mantra que, pese a no sacar ni un gramo de culpa y denuncia a la gestión de Bartomeu, es
que el club no está tan mal económicamente como para venderse a todo sin analizar. Hay discursos que interesan desde la directiva pero no se ciñen a los hechos.