En apenas cinco meses, Joan Laporta ha malbaratado la ilusión que generó su clara victoria electoral.  

Su decepcionante inicio de mandato está quedando marcado por la improvisación, la incoherencia y la falta de transparencia. El esperpento vivido con los avales fue una premonición. El dislate siguió con la humillación a la que el presidente sometió al entrenador y emblema del barcelonismo, Ronald Koeman, al que, primero, sentenció públicamente diciéndole que no era su entrenador ideal para indultarle en el último segundo, cuál emperador romano. El “cambio de ciclo” y la “revolución de la plantilla” que anunció ha sido traer al Kun Agüero y dejar marchar a Messi, y la continuidad de las vacas sagradas, a pesar de que Piqué, por ejemplo, se ofreció a dar un paso al lado si se lo pedían. Y falta por ver si Eric García, Depay y Emerson, fichajes ya planificados antes de la llegada de Laporta podrán ser inscritos para el debut de Liga de este fin de semana.

En campaña electoral, se presentó como el único candidato capaz de renovar a Leo. Incomprensiblemente para un jugador de 34 años, le ofreció un contrato de cinco temporadas pero que solo cumpliría dos como jugador, de 200 millones. Siendo una negociación desde cero se suponía que si la propuesta era presentada por el club es porque era asumible. El argentino dio el sí. Y durante un mes el presidente ilusionó a la culerada diciendo que el acuerdo era total para acabar dejando plantada en el altar a la leyenda que protagonizó la etapa más gloriosa del club bajo el pretexto de que el jugador no podía ser inscrito en la Liga, extremo que tanto Javier Tebas como Jaume Roures desmintieron. No se entiende que la oferta no fuera más comedida teniendo en cuenta la precaria situación financiera del club.

En esas horas decisivas, Laporta mostró más complicidad con Florentino, al que parece rendir pleitesía de manera bochornosa, que con el mejor jugador de la historia del Barça y del mundo. Y quedó en evidencia que es un presidente cautivo de sus avalistas que lo atenazan con una correa corta. El culé sigue sin digerir la imagen de Messi llorando, asegurando que su deseo era seguir y mostrando su contrariedad por tener que despedirse de una manera tan desangelada, como si fuese un jugador cualquiera, cuando hizo todos los esfuerzos que el presidente le pidió. No menos dolorosa es la estampa del argentino, sonriente, con la camiseta del PSG firmando un contrato de dos años por 35 millones anuales. Resulta paradójico que el que se ha pasado los últimos años diciendo que Rosell y Bartomeu querían desprenderse de Messi haya sido el que le haya dado la patada.

El menosprecio a David Barrufet o Xavi Pascual también ha sido ignominioso. Y es cierto que la situación económica del club es gravísima por las malas decisiones deportivas de Bartomeu y, sobre todo, el COVID, pero también que Laporta no ha hecho nada en estos cinco meses por remediarla. Ni rebaja salarial, ni traspasos importantes, ni venta del Barça Corporate, ni sponsors nuevos. El socio escogió a un presidente para encontrar soluciones y no para esconderse detrás de los problemas heredados. Y más, cuando en su toma de posesión aseguró “aplicar un plan de choque” y no mirar por el retrovisor. Dijo que apostaría por la cantera y ha postergado a Ilaix, regalado a Miranda y vendido a Aleñá, Konrad y José Marsá. Y le ha abierto las puertas a Collado.

En estos cinco meses, Laporta ha pactado con Neymar cuando ha sido el futbolista, junto a Figo, que más ha traicionado al Barça. Un pacto opaco no explicado al socio. Institucionalmente, el Barça de Laporta ya está enfrentado a la Liga y a la UEFA, pero ha callado ante la Generalitat que, incomprensiblemente, no permitió público en el Camp Nou para el Gamper el dia 8 de agosto, y en cambio, sí ha autorizado 30.000 personas el 15 de agosto frente a la Real Sociedad

Socialmente, Laporta ha permitido la entrada sin filtros de nuevos socios que, inmediatamente, se convierten en propietarios del club. Y se ha cargado la confederación de peñas cuando en la campaña electoral se comprometió a mantenerla firmando un convenio que ha incumplido sin ruborizarse.

Salen a pifia diaria. Hoy presumen de que las agencias de rating concedan un BBB negativo y al día siguiente borran la información de la web. Un dia anuncian un punto del orden del día de la asamblea para retirarlo al día siguiente porque se dieron cuenta de que incumplían el plazo estatutario. El desbarajuste es de órdago cuando el club necesita más rigor que nunca.