Al analizar el paso de Philippe Coutinho por el Barça hay que aceptar sin necesidad de levantar la voz que no todos los futbolistas, por muy buenos que sean, están hechos para vestir determinada camiseta o para adaptarse a la idiosincrasia de determinados equipos. Nadie cuestionó en su momento el fichaje del crack brasileño por el club azulgrana. Fue bien recibido por la afición y el vestuario, venía de una temporada magnífica con el Liverpool que, dicho sea de paso, dudó en traspasarlo hasta que la oferta económica del Barcelona resultó irrechazable.

Nadie se arriesgó a decir que Coutinho no era un jugador del perfil exigido por el Barça. Calidad y técnica le sobran, y, además, posee un buen disparo, como demostró en su primera temporada en el que marcó goles de bella factura. Así como muchos analistas sentenciaron a Paulinho cuando fue fichado de la liga china por carecer de la brillantez que se le reclama a cualquier futbolista que vestirá de azulgrana, con Coutinho nadie fue tan arrestado como para vaticinar que llegaría un día en el que el Camp Nou iba a pitar su accionar y entraría como moneda de cambio en una negociación por otro jugador.

Coutinho es un excelente futbolista, titular de la selección brasileña que acaba de proclamarse campeón de la Copa América. Triunfó en la Premier y la prueba de que es un jugador interesante para cualquier club se encuentra cuando se observa que el Bayern Munich, que es uno de los grandes clubs del mundo, lo reclama para reforzar su equipo.

Una presión impuesta

Pero triunfar en el Barça es cada vez más difícil. Me causa risa cuando leo algún comentario que dice que antes todos los futbolistas querían venir al Barça y que ahora rechazan las ofertas para vestirse de barcelonista. Ese “antes” maravilloso, espléndido, único e irrepetible está resultando una lacra para el club, y también pasará factura a los futuros entrenadores. La comparación sistemática con lo que fue el Barça es lo que resulta inaguantable para cualquiera. Jugadores y entrenadores son conscientes que en esta casa el techo está altísimo y que repetir una época preciosista como aquella necesitará de mucho trabajo de laboratorio para obtener una buena clonación.

Philippe Coutinho en un duelo con el Barça / EFE

Philippe Coutinho en un duelo con el Barça / EFE

Philippe Coutinho en un duelo con el Barça / EFE

Coutinho ha salido por la puerta de atrás siendo un futbolista de primera. Probablemente ni le ha importado que su salida haya sido en modo cesión, y no sintiéndose querido por la afición y el propio cuerpo técnico. Coutinho fue eclipsado por la presión de jugar en un club tan exigente como el Barça. Como también le pudo a André Gomes, otro gran futbolista que salió tensionado del club después de jugar con miedo en el Camp Nou.

A cierto sector de la afición y de la crítica le toca cambiar la mentalidad. No se puede estar comparando cada día este Barça, o los Barça del futuro con aquel Barça ‘triomfant’. No se puede estar imaginando Xavis o Iniestas o Guardiolas donde no los hay. A De Jong hay que verlo como De Jong, lo mismo que a Arthur sino queremos que salgan cabizbajos, deprimidos, y también por la puerta de atrás.