Volvió el Barça al Santiago Bernabéu y ni el cansancio, ni la presión pudo con un equipo que le tiene cogida la medida al templo blanco. Dos victorias en apenas tres días y dos competiciones a tiro. Una final, que de ganar significaría el quinto título consecutivo en la Copa del Rey --un hito histórico por cumplir-- y una Liga que mantendría la hegemonía azulgrana en el campeonato doméstico. 

Así se presenta el horizonte del Barça a primeros de marzo. Increíble, pero cierto. La Champions League, de nuevo, es la asignatura pendiente de Messi y compañía. En Europa, han puesto todas sus esperanzas y a falta de el enfrentamiento contra el Olympique de Lyon, primera prueba de fuego dado el resultado de la ida (0-0), el Barça podría volver a encontrarse en cuartos. 

El bajón de febrero ha pasado. Sin pena y con mucha gloria. El mes de febrero prometía, pero no pasó factura, al menos inmediata. Ni el frío, ni el calendario menguaron la capacidad victoriosa de los azulgranas. De hecho, todo lo contrario. El bajón vino en un momento inoportuno, especialmente de cara a portería, pero el equipo salió reforzado. 

Las orejonas que lucen en el museo azulgrana tiene un denominador común: el buen juego. Nunca se ha reinado en Europa sin reinar en España y de momento el Barça mantiene ese factor intachable. Unas sensaciones a las que además se suman muchos puntos positivos que invitan al optimismo. La madurez de un equipo acostumbrado a los grandes partidos, la experiencia y el sufrimiento. 

Sin excelsitud, pero efectivos

Mientras se espera que el mejor juego del Barça regrese, los hombres de Ernesto Valverde han demostrado otras facetas que en temporadas anteriores no se contemplaban. Saber sufrir, leer el partido y amortiguar los golpes. Prueba inequívoca de ello son los dos clásicos. Dos contradicciones futbolísticas enormes, pero que siempre terminaron del lado azulgrana. 

En Copa la ausencia de Arthur y la voluntad del Real Madrid pusieron a prueba la defensa. Esa línea tan cuestionada por el barcelonismo y que siempre ha sido el quebradero de cabeza de muchos. Pero ni con esas. Piqué y su ejército de zagueros dieron una masterclass de entereza y resistencia. Porque no todo pueden ser paseos en el Bernabéu ni en todos los clásicos puede aparecer Messi. 

Una foto de Messi en una ocasión delante de Thiabut Courtois / EFE

Una foto de Messi en una ocasión delante de Thiabut Courtois / EFE

Una foto de Messi en una ocasión delante de Thiabut Courtois / EFE

Sin su mejor juego todo terminó con la eliminación de los blancos con un contundente 0-3. Un resultado que tres días más tarde, con Arthur de regreso al once inicial y con Messi más enchufado, terminó con un 0-1. Tan contradictorio como verdadero. Y es que mientras el Madrid gana, casi siempre, por pegada y fortuna, el Barça ha desarrollado la capacidad de ganar cuando el rival genera peligro y la capacidad de ganar sin humillar cuando el rival está abatido. 

Dos resultados muy distintos que explican la mítica frase: así es el fútbol. Dos marcadores en el cielo de la capital que por justicia deportiva deberían intercambiarse los días. El Barça tiene todos los registros, y en Europa también hay que saber contener y sufrir.