La Liga del coronavirus también será la Liga de Messi. Para bien o para mal. Agazapados los movimientos en clave electoralistas, pero con malos presagios por la economía del club, el Barça aspira a su noveno título de Liga en 12 años, una gesta impensable para muchas generaciones de barcelonistas. En una semana comienza un maratón de 11 jornadas que exigirá una gran resistencia física y mucha fortaleza mental.

La musculatura de Messi, en este momento, preocupa y mucho en el Camp Nou. Digan lo que digan. El astro argentino tiene una contractura  y su inquietud es contagiosa. El Barça necesita su mejor versión para maquillar muchos déficits en un pulso con el Real Madrid y con uno mismo que será agotador.

El riesgo de lesión será altísimo para los futbolistas. Messi no puede precipitarse ni equivocarse. Tendrá que sacrificar algún partido. Lo contrario podría ser un error irreversible. El 10 es mucho más humano hoy que hace tres años y deberá regular sus esfuerzos. Quique Setién debe tener un plan B que podría activar en Mallorca.

La angustia de Messi contrasta con la ilusión de Luis Suárez, su gran aliado en el Barça. El uruguayo, recuperado de su lesión de rodilla, ha sido el gran beneficiado por el paréntesis del coronavirus. Con él, el Barça tendrá carácter y gol, pero tampoco podrá completar todos los partidos. El mismo Suárez ha confesado que tiene dudas.

También Ansu Fati anda con problemas, aunque Setién no le había dado mucha bola en los últimos partidos. Con este panorama, Griezmann es imprescindible. Y el francés puede liquidar el curso con muy buena nota. Nadie cuestiona su capacidad de sacrificio ni su pegada. Hoy, el francés es mucho más fiable que sus compañeros, sin olvidar a Martin Braithwaite, un fichaje sorprendente que puede solucionar muchos enredos.

La nueva Liga comienza con muchas incertidumbres. No hay pistas sobre el estado de los equipos. Los partidos, presuntamente, serán más igualados por la ausencia de espectadores. Entramos en un nuevo escenario a la espera de tiempos mejores, pero la presión por ganar la Liga es innegociable para el Barça. Si acaba bien, las penas se llevarán mejor. Si acaba mal, el verano será muy caliente y movido.