Todo es rojo en Bilbao y más en San Mamés. Ahí hierve la sangre. Pero en el camino hacia el hermoso estadio del Athletic, en la calle Licenciado Poza, el ambiente es de final del mundo. Todos los bares están llenos y la gente consume txacoli, cañas y vinitos como si estuvieran al borde de la muerte. Pero no. Están preparándose para algo más grande. Dicen que van a vivir la alegría más importante de los últimos años. Y al final, la viven. Ellos, que no ganan un título desde hace más de 30 años, a excepción de la Supercopa del 2015, sueñan en grande, viven ilusionados con derrotar al Barça más frágil que han encontrado en esta última época. Pero dicen tener sed de venganza porque el Barça ha sido el monstruo que los ha apartado de su competición más adorada. Y viven la previa con fervor, las calles están adornadas con banderas rojiblancas, en los colegios los niños han ido vestidos con la camiseta del Athletic y los medios de comunicación, bueno, escriben crónicas de fútbol llenas de amor a sus colores. No tienen Abidales ni Messis,ni Bartomeus. No se ocupan de la salsa rosa que ayer importantes diarios catalanes destacaban, de las peleas internas del vestuario. Tampoco son campeones, ni ganan Balones de Oro. Les da igual. Pero ellos, los del Athletic, son de Bilbao.

Y llega el partido, y aunque todo sigue siendo rojo y el inmenso grito de “Athletic” se mete en el cuerpo, aparece un Barça bien plantado, vestido de amarillo, al que respetan pero con el que desean pasar cuentas. Y las pasan. Gracias a que el Barça falla lo que antes no fallaba, a que este equipo está en ese momento en el que si nació para martillo del cielo le caen los clavos. Y Ansu Fati no marca, Griezmann no la mete, y el que lo metía todo -Messi- con los ojos cerrados ahora encuentra la portería estrecha y el portero muy grande.

Y cae el Barça en el último suspiro para orgasmo de San Mamés. No es este el título más importante que se ha escapado, aunque algunos lo magnificaran. Jugó bien y pudo ganar, pero no lo suficientemente bonito. Solo duele esta eliminación a los resultadistas.