Vaya por delante mi sincera felicitación a todos aquellos que disfrazados de trolls, de amigos del guardiolismo, de votantes del laportismo, de fieles al cruyffismo, a los amantes del #valverdeout, y, en definitiva, a los que deseaban que el Barça perdiera la Copa del Rey con el Valencia. Han ganado. Disfrutad de la derrota. Os la merecíais. Habéis rezado lo suyo para que todos los santos se dieran en vuestra causa. Aplausos y bailarinas para todos vosotros.

Mis más sinceras condolencias para todos aquellos barcelonistas que viajaron a Sevilla con el único fin de apoyar al equipo en esta nueva final. Comparto vuestra tristeza porque sé que gastaron un dinero en el viaje no solo para disfrutar de unas cañas y unas tapitas sino que el principal objetivo era saborear un título más de esta Copa del Rey que, seguramente, mañana importará a muchos de esos que decían que no era una competición relevante. Sé también que os importaba un pimiento si el equipo tenía la posesión del balón, jugaba con ese ADN que muchos añoran, sueñan y no comen ni hacen el amor porque dicen que este equipo se lo ha metido allá donde la espalda pierde su nombre. Sé que a vosotros os importaba la victoria aunque fuera como la consiguió el Valencia, al contraataque y gracias a un par de fallos defensivos.

Se ha terminado esta temporada que pasará a la historia porque alguien contrario a la directiva de Bartomeu y anti-Valverde ha parido un montón de trolls en las redes sociales que no dejan de escupir veneno contra el que dicen es su club y consideran que ganar la Liga estaba “chupao” porque el Madrid es el peor Madrid que ha existido en la historia.

Felicitaciones al Barça. Pocos equipos han tenido la ocasión de ganar la Liga cuatro jornadas antes, y gracias por esa goleada al Real Madrid en el Camp Nou y por ese 3-0 al Liverpool en esa noche memorable del 1 de mayo. Cuando escribo esto pienso que nadie me llamará resultadista.