Resulta difícil creer que el discurso de Quique Setién no se haya entendido en el vestuario del Barça, como también es poco creíble que el nuevo entrenador, que ha proclamado abiertamente su devoción por el estilo que ha llevado al equipo azulgrana al éxito, no haya sabido explicarse.

En este Barça hay jugadores como Messi, que lleva disputados más de 700 partidos, Busquets y Piqué que suman más de 500, Alba que está por encima de los 300, y Rakitic y Sergi Roberto que acumulan más de 250. Hasta Semedo y Umtiti tienen más de 100 encuentros. Vidal sabe cuál es su papel. Y De Jong vino de una casa hermana de la Masia azulgrana. Es decir, varios de estos jugadores estudiaron y crearon la fórmula mágica. Conocen la letra y han interpretado la música perfectamente durante muchos años. Jugar a lo que aprendieron no tendría que resultar un problema. El sistema ha ido evolucionando por lógica pura con los cambios de entrenador y porque los adversarios cada vez lo conocen más. Tocaba introducir variantes, pero seguramente resultó más complejo adaptarse a las innovaciones introducidas por Luis Enrique y Ernesto Valverde que entender ahora el mensaje de Setién.

El caso es que nadie va a creer que a estos jugadores, preparados para ganar y dotados de un gran talento, que además cuentan con el apoyo incondicional del mejor del mundo, se les ha olvidado el ABC de un sistema que parieron. Si Setién no sabe explicar lo que pregona la situación es grave. Pero si los jugadores no comprenden lo que él explica, el problema es más preocupante. Son los futbolistas los que ganan y pierden partidos, y son ellos los que tienen la solución para despejar las dudas manifestadas en ese mal primer tiempo de Valencia. Por tanto hay que exigir a los jugadores que echen el resto, y al técnico que no pierda la energía ni la ilusión que anunció en su presentación. Total solo se ha perdido un partido. Y la segunda vuelta solo ha hecho que empezar. Continuar dándole vueltas a si el cambio de entrenador era necesario no lleva a ninguna parte. Que sirva de entretenimiento a los que no estaban contentos con el juego y los resultados del equipo de Valverde.