Continúo impresionado con el maratón de entrevistas que el presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, está ejecutando con los medios de comunicación. En unos momentos delicados en los que ha tenido que esquivar fuego externo y también interno, Bartomeu ha dado la cara y, en contra de los deseos de muchos críticos, ha dejado claro en su última entrevista a Mundo Deportivo que cumplirá su mandato.

Es decir, que aquellos que han gastado muchas fuerzas, y dinero también, en intentar debilitar al máximo responsable de la entidad con el único afán de conseguir un adelanto de las elecciones a la presidencia tendrán que esperar un año. Ha sido, sin duda, el fracaso de la campaña “Bartomeu out” o “Bartomeu dimisión”.

El presidente ha ofrecido un retrato diferente al que se podría esperar de un hombre al que el cargo le ha costado muchos dolores de cabeza, deterioro de su imagen y hasta sacrificios familiares. Lejos de intentar aplicar en el club el modelo presidencialista que tienen otros clubs, Bartomeu nunca ha tenido un directivo que ejerciera de “poli” malo, como fue Joan Gaspart con Josep Lluís Núñez. O como en política Álvarez Cascos lo fue de Aznar, o Guerra de Felipe González.

De poco le ha servido a Bartomeu llenar el club de ejecutivos y de profesionales que probablemente hoy estén más pendientes de continuar en el club con el próximo presidente que de intentar apoyar al actual. Pero a Bartomeu no solo le han fallado ejecutivos, también compañeros de viaje como los que dimitieron hace unos meses y se fueron dejando la grave acusación de que alguien había metido mano a la caja del club. Y pese a que ninguno de los que continúan a su lado tampoco ha salido en su defensa, Bartomeu seguirá ahí un año más al frente del Barça para irritar a muchos de sus adversarios.