“Le ha costado un poco, pero ahora ya ha empezado a entender nuestro modelo de juego y lo que queremos que haga en el campo”. Estas palabras de Xavi Hernández no las ha pronunciado en un círculo cerrado de amigos o en foro íntimo de profesionales, sino que han sido pronunciadas ante decenas de periodistas que se apostaban en la rueda de prensa del estadio Diego Armando Maradona.

Fue una clara declaración de intenciones, un ejercicio de sinceridad que no se prodiga casi nunca en el fútbol profesional. Resulta que Xavi reconocía abiertamente que el neerlandés estaba perdido desde su llegada porque no entendía el nuevo libro de estilo. Con Ronald Koeman no había aprendido absolutamente nada de lo que se exige a un centrocampista del Barcelona. Jugaba por inercia, consciente que su instinto y calidad eran suficientes para sortear todo tipo de situaciones. Pero llegó Xavi, y le exigió una serie de órdenes en el campo, que para un alma libre como Frenkie fueron muy difíciles de asimilar al principio.

Para empezar, tenía que saber leer correctamente los partidos y las necesidades de los compañeros sobre el campo, encontrar el hombre libre, crear superioridades, saber dividir el juego, incorporarse al área desde la segunda línea, asociarse en triángulo, presionar en bloque alto, pero sin romper líneas… Muchos conceptos, tal vez demasiados, para asimilar de una sola tacada. Pero poco a poco, y a base de paciencia y autoexigencia, que el holandés tiene y mucha, ha conseguido superar todos los obstáculos y a empezar a disfrutar en el campo.

El partido que ha completado ante el Nápoles atestigua que el antiguo Frenkie ha mudado en una versión mucho más reconocible en estos lares, en un jugador multiusos, capaz de ofrecer soluciones y dar recursos en todas las facetas del juego. Quizás aún le falte un poco más de atención y concentración en las jugadas defensivas de estrategia, donde a veces suele perder su marcador con excesiva facilidad: así llegó el tanto de cabeza de Carlos Soler en Mestalla. Pero son pequeños detalles que se pueden corregir en los próximos partidos.

Pese a su frialdad aparente, tener a Gavi, Pedri y Nico respirando en su cogote, le ha obligado a reaccionar. El neerlandés ahora mismo está disipando todas las dudas sobre su futuro. Si bien es cierto que en algún momento de la temporada la secretaría técnica puso su nombre sobre la mesa como posible opción de salida este verano para hacer caja y afrontar operaciones de alto voltaje, ahora mismo su marcha no se contempla. Y eso que el club recibió una oferta muy interesante en el mercado de invierno, pero finalmente se rechazó por órdenes expresas de Xavi, que confiaba que el internacional diera un paso adelante, como finalmente así ha sido.

Por si fuera poco, además ahora Frenkie no sólo sabe leer los partidos, sino que ha recuperado el olfato goleador. Buena prueba de ello es el último tanto que marcó en Nápoles, prodigio de acierto, talento y precisión, con un remate envenenado desde fuera del área que sorprendió al guardameta del Nápoles.

Así pues, mientras Vladimir Putin arrasaba Ucrania con una invasión totalitaria y cobarde, el Barcelona de Xavi reaparecía en Europa de la mano de un Frenkie renovado, un acrobático Aubameyang, un reivindicativo Piqué, un generoso Adama, un contundente Araújo, un virtuoso Pedri, un vertiginoso Dest, un clarividente Busquets, un brillante Ferran, un poderoso Alba... ¡El Barça ha vuelto!