El naufragio no fue en Praga sino en el Camp Nou. Ter Stegen no paró ni una como en Anfield Road. Y no se quejó de sus compañeros. Messi no miró a Valverde con esa mirada que todos los “anti” han reproducido del Sinobo Stadium sino que le mandó al entrenador más pelotas de goma que las que se han lanzado en las manifestaciones de Barcelona. Piqué estuvo más activo atendiendo el teléfono falso que un fake colocó en twitter en el que ofrecía contrato laboral que contra la delantera adversaria. Los kilómetros, o las millas, o los pasos que el equipo azulgrana contabilizó fueron inferiores a los de la policía nacional retrocediendo ante los CDR el sábado pasado. Los incidentes que se produjeron dentro y fuera del Camp Nou superaron el vandalismo de la noche de 24 de mayo 1972 en la final de la Recopa entre el Glasgow Rangers y el Dinamo de Moscú, conocida como la “Batalla de Barcelona” que acabó con un muerto y más de un centenar de heridos, y los asientos del Estadi destrozados totalmente. Nadie tiró un cerdo al campo porque no había traidores, aunque los había pero no fueron identificados.

Todos los medios de comunicación dejaron de hablar de un nuevo fichaje de Josep María Bartomeu para el área deportiva, los focos se fueron nuevamente hacia Vidal y Rakitic, pretendidos por el Inter, Víctor Font no se entretuvo con más datos sobre el voto electrónico sino que lanzó un ataque por mar, tierra y aire. Los “Valverde out” y “Bartomeu dimisión” alcanzaron a ser tendencia mundial. No se había perdido la Liga, ni la Copa, ni tampoco la Champions, y mucho menos el partido, pero los jugadores del Real Madrid habían corrido más que los del Barça y eso hoy parece más importante que meter más goles que el rival.

Ring, ring, ring.

Jo, era una pesadilla.

El clásico no se jugó. Los hoteles perdieron miles de reservas y lo peor fue ver la realidad. El reloj ha retrocedido una hora. Pero se ha parado definitivamente para Fernando Zueras, un amigo, un compañero fotógrafo, y para Manolito García, un jugador de béisbol, ese deporte que tiene unos pocos amantes en Catalunya y que no tiene espacio en los medios de comunicación. En otro país, Manolito tendría un homenaje. Pero ese deporte es minoritario y a nadie le interesa hablar de sus protagonistas. Una pena, como pena fue que no se jugara el clásico.