No hay dinero para pagar los sueldos a los jugadores ni cumplir las fechas marcadas. La excusa de la Covid vendió durante una época pero ahora ya no. El presidente de la Junta Gestora, Carles Tusquets, ha avanzado que de febrero no pasa. Pues vale. Tampoco hay dinero para el fútbol formativo y muchos de los recursos con los que contaban se han visto recortados, incluso empiezan a recordar a la época en la que el Joventut le tambaleó su 'pedrera' porque tuvo una fuga de cerebros, grandes entrenadores y educadores que ya no les pesaban tanto los colores y decidieron marcharse rumbo a otros equipos donde sí cobraban. Pero vaya, son gastos menores y tarde o temprano se resolverán. Pues vale también.

Y ahora, empieza a salir el polvo de debajo la alfombra, las famosas auditorías que se deben hacer con el nuevo presidente y descubrimos lo que muchos hace tiempo que reiterábamos: el club tiene un agujero negro de 1.176 millones de deuda, 196 en fichajes sin pagar. Es curioso, en el año 2015, Josep Maria Bartomeu anunciaba como presidente, que llegarían a los 1.000 millones de ingresos el 2020. La clavó con el número pero se olvidó de poner el negativo delante de la cifra. Y, como pasa siempre en este país, ni se le busca ni se le espera para que de explicaciones de la ruina a la que se ha llegado. Pero vuelvo a mi respuesta, nuevamente, a esta tercera reflexión. Pues vale.

Porque el verdadero problema de todo ello no es la deuda, los sueldos sin pagar o el estado de algunos órganos. El gran problema es que, a día de hoy, es imposible sanear un club que, pese a pagar todo esto, le espera un tsunami mayor: seguir pagando un pasado con el que cerró indemnizaciones multimillonarias con la mayoría de los cargos técnicos y de confianza que fichó. La masa personal se ha multiplicado por dos, siguen cobrando sueldazos pero echarlos es prácticamente imposible. ¿Cuánto cuesta despedir Albert Soler, Òscar Grau, Pancho Schroeder... entre muchos otros? No pongo sus nombres por el respeto mediático que nunca han ocupado pero estos tres son un pequeño taste de lo que viene detrás. Insisto: ser precandidato al Barça te da publicidad pero hay pocos que tengan ganas, y dinero, de tragarse el gran sapo que es ahora mismo, este club.