Qué bien se está cuando lo tienes todo asegurado. Este es el pensamiento que tienen muchos jugadores, también alguno que viste de azulgrana, cuando piensan en volver a entrenar. Primero de todo porque, algunos, temen por el riesgo de lesionarse. Han roto las pautas diarias y no todos siguen los estrictos buenos hábitos que les han marcado desde los clubes. Algunos gimnasios de ciertas casas de la zona alta de Barcelona empeizan a tener telarañas... Además, para lo que queda, algunos no ven la necesidad pese a que les pongan más facilidades, empezando por los tests del coronavirus. Pero el resto de mortales y trabajadores lo hacen, todavía más por obligación, y ellos no pueden ser la excepción pese al envoltorio de star system que llevan cosechando en la última década.

Todos sabemos que el retorno trae dos reflexiones. Una es que la obligatoriedad la han marcado las televisiones que tienen sus derechos. Hay demasiados intereses y millones en juego como para estar perdiendo el tiempo. El otro que si la competición ya era desigual, ahora aumentará esta probabilidad exponencialmente. ¿El motivo? Sencillo, pasaremos de 3 a 5 cambios. Es evidente que el Barça y el Real Madrid jugarán con clara ventaja y dispondrán de una plantilla física todavía más superior que la era pre-covid-19. En otra instancia, esto también comportará la desaparición de clubes, especialmente en Segunda y Tercera división.

Pero el fútbol, no lo olvidemos nunca, es la gran panacea, el alivio a la reactivación económica que en un momento dado puede traer este chute anímico y de bolsillo que tanto necesitaremos a partir de ahora. No es extraño pensar y entender el aplazamiento de la final de la Copa del Rey entre la Real Sociedad y el Athletic Club. Tenía que ser en la Cartuja de Sevilla y no imagino mejor beneficio para los sevillanos y sevillanas que acoger este partido cuando se pueda disfrutar en plenitud de condiciones. Ocio y vida humana, en resumen.