Si cualquier presidente del Barça hubiera pagado 55 millones de euros por un suplente del City ( Ferran Torres fue el 17º de la plantilla en minutos jugados la temp 2020-21) admitiendo que ha hecho la excepción de ficharle sin poder inscribirle por tener el límite salarial sobrepasado (de excepción ninguna, hicieron lo mismo con Depay, Agüero y Eric García) y dando la vuelta de honor desde el césped del camp nou al lado del jugador, con un enfermizo afán de protagonismo, como si fuera un presidente del Olimpiacos que ha pagado el fichaje de su bolsillo, le habrían llovido las críticas. En cambio a Laporta le ríen hasta los chistes sin gracia. Lo más surrealista es que , según informó la Ser, Laporta planteó a los dirigentes del City poder devolver al delantero valenciano si finalmente no le podían inscribir. Para mear y no echar gota. Anunciar el fichaje de Ferran Torres sin conseguir la renovación de Dembélé cuando lo segundo es imprescindible para lo primero es de genios. Se han delatado solos. El delantero francés se ha dado cuenta de que le querían renovar ahora a la baja para venderle en junio y por eso ficharon a su sustituto cuando no había ninguna prisa porque el valenciano estaba lesionado y no había peligro de que se lo llevara ningún otro club dispuesto a pagar eso por un suplente. 

Y por si fuera poco, Laporta, amante de los slogans, lanza lo de “hemos vuelto”, como si ya hubiera revertido la situación del club, cuando acaba de cerrar con 481 millones de pérdidas, con la previsión de más caída de ingresos esta temporada por la baja asistencia de aficionados al Camp Nou y la eliminación de la champions en la fase de grupos 20 años después, y no haber hecho ningún gran traspaso ni haber conseguido ni un solo sponsor nuevo. El gran mérito deportivo ha sido ir a la Europa League y el económico, aumentar la deuda pidiendo otro crédito de 600 millones a Goldamn Sachs.

Laporta no aprende. El mismo que anunció un acuerdo para el fichaje de Beckham, y que prometió arreglar la renovación de Messi con un asado, ahora está ilusionando a la afición con el hipotético fichaje de Haaland, (operación de 250 millones entre traspaso, comisiones y sueldo) cuando la masa salarial actual es de 465 millones y según la liga no puede exceder de 97. No es problema de que el Barça reúna el dinero sino de que las pérdidas infladas le han condenado a tener un límite salarial ridículo a corto plazo. Pero claro, si Laporta esperaba que Messi jugara gratis y que Koeman perdonara su contrato también debe pensar que Tebas le permitirá incumplir las normas del fair play financiero. Los que sí han notado la llegada de Laporta al Barça son los bolsillos de los socios que han sufrido una derrama encubierta. Les han subido el carnet de socio un 5,5% cuando ni sus sueldos ni sus pensiones tendrán esta subida y les han suspendido la compensación económica que venían recibiendo por poner su abono en el seient lliure que a muchos les servía para poder pagarlo. Todo sea por traer a Morata, que ha pasado de ser un tuercebotas cuando lo quiso la anterior directiva a ser el gran delantero del fútbol europeo. Muchos se retratan solos.