Desde la llegada de Xavi al banquillo del Barça son muchas las cosas que han cambiado en el entorno del club. El optimismo del entrenador destaca por encima de todas. Xavi habla y convence. En sus tiempos de jugador siempre se autoproclamó un futbolista solidario. Nada egoísta. El Xavi técnico es un entrenador solidario con el vestuario, no hay una palabra fea hacia ningún jugador. Sabe que los necesita a todos y ante los medios de comunicación opta por la discreción. Seguro que de puertas adentro canta las cuarenta a quién tiene que cantárselas, y sus alineaciones demuestran claramente quiénes están en mejor forma, cuáles tienen su confianza y a quién busca recuperar. Xavi sabe que afronta un equipo que tiene que ser reconstruido, y pregona esperanza, pide paciencia, pero tras cada partido destaca cualidades que hasta ahora no resultaban tan vitales en el Barça, como esfuerzo, sacrificio, voluntad, ganas y todas las bondades que se puedan hallar en el diccionario. A eso hoy en día no hay entrenador que derrote a Xavi Hernández.

El técnico del Barça exhibe un conocimiento impresionante del club. No ofrece fisuras ante la prensa y se muestra seguro en todas sus manifestaciones. Le da igual que en el entorno mediático haya gente que por encima de la victoria anteponga el jogo bonito. Xavi está convencido que ya llegará eso que él llama excelencia, pero en este momento lo imprescindible es ganar. Al juego cautivador de aficiones se llega a través de las victorias, aunque sea con pase largo de Ter Stegen (segundo gol ante el Villarreal). Pero sin triunfo no se llega nunca a la excelencia. Por eso me gustó que después del partido contra el Villarreal no le doliera nada reconocer la importancia que tiene ganar sin jugar tan bien. 

"Somos el Barça”, repite Xavi una y otra vez. Es consciente que los equipos grandes solo son grandes cuando imponen su poder, cuando son vencedores. Por eso Xavi exige la victoria ante todo, porque sabe que es la única forma de lograr la reconstrucción del equipo. Valorar solo la intención serviría lo que sirve un cero a la izquierda si no hay triunfos. Aquella frase de “jugamos como nunca, pero perdimos como siempre” no está en el diccionario del Barça. Es de equipo pequeño.