Hay una canción del cantautor panameño Rubén Blades llamada “Todo es según el color del cristal con que se mira”. Una salsa, no solo ideal para bailar y escuchar, sino también perfectamente adaptable al entorno del Barça. Los que tienen la pistola cargada desde hace mucho tiempo apuntando a la cabeza de Josep María Bartomeu o de Ernesto Valverde nunca encuentran algo bueno en la gestión del presidente ni tampoco en la dirección del técnico. Pero, en cambio, el mínimo detalle es elevado a la máxima potencia, la declaración más inofensiva es interpretada en clave dañina y cualquier actuación es aprovechada para generar suspicacias o clavar espinas.

Pero esa es la canción que más le gusta bailar y entretiene al entorno barcelonista desde hace mucho tiempo por no decir en toda su historia. Para muchos este Barça vive en crisis una semana si y la otra también. Otros habían pensado o siguen pensando que había que destituir a Valverde nada más acabó el partido de Anfield o, en su defecto, en la cuarta o quinta jornada cuando el equipo iba octavo en la Liga. Y las victorias sobre el Getafe, Inter y Sevilla no resultan balsámicas sino todo lo contrario. El discurso de “este no es el estilo” reaparece con fuerza, al mismo tiempo que se adorna con “gracias a Ter Stegen” o “gracias a Messi o Suárez”, como si los tres no fueran jugadores del Barça.

Sin embargo, la declaración de Messi alegando que ya no pueden jugar como antes porque entre otras cosas no están ni Xavi ni Iniesta, que es algo que ya habíamos descubierto algunos hace tiempo, apenas echa un capote al entrenador que ha encontrado alternativas para mantener al equipo en el más alto nivel competitivo.

Lo mismo sucede cuando el principal líder del equipo dice que desde Anfield no habla con el presidente. Lo que debería dar puntos a Bartomeu por no ser un presidente que anda metido en el vestuario, amigo de los jugadores, acaba siendo interpretado con interjecciones de admiración y perplejidad. 

 Lo dicho. Todo es según el color del cristal con que se mira. Pero la gran verdad es que las cosas no están tan mal como las pintan algunos. Al menos es lo que interpreto de las palabras de Messi.