Una fotografía de Xavier G. Luque en Instagram creo que es de lo mejor que se ha montado en las redes en ocasión de los tres años de fallecido de Johan Cruyff, el padre de la revolución en el fútbol. Son tres camisetas del Barça: en la primera se puede leer el número 14 y encima “LE PÈRE” (El Padre). En la segunda aparece el número 4 y el nombre que figura es “LE FILS” (El Hijo); y en la tercera el número 10 y la leyenda es “LE ST-ESPRIT” (El Espíritu Santo). Más logrado imposible. Es sencillamente la realidad del Barça desde hace 46 años, cuando El Padre (Johan Cruyff) apareció vestido de azulgrana para conseguir el milagro de un 0-5 al Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Pero cuando El Padre ejerció de auténtico padre fue a partir de 1988. No tenía carnet de entrenador, pero Ángel María Villar, entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, miró para otro lado y aceptó la inscripción de Johan Cruyff. Quizás fue el pago o la compensación de Villar a la bofetada que propinó al holandés en aquella Liga del 0-5 en la que los dos tuvieron sus más y sus menos en San Mamés.

La vuelta de Cruyff al Barça, proporcionada por el entonces presidente, Josep Lluís Núñez, significó no sólo una bendición para el club sino también el nacimiento de un nuevo Barça, de un Barça victorioso que acabó con el “aquest any, tampoc” que tras cada temporada pronunciaban tristemente los aficionados al ver que su equipo fallaba en la Liga. Cruyff no solo revolucionó el juego, también acabó siendo el primer entrenador con el que el equipo ganó su primera Copa de Europa, en 1992. Histórico e inolvidable.

Pero Cruyff, además, dejó un legado, que la junta directiva de Josep Maria Bartomeu ha hecho bien en recordar estos días a modo de homenaje con conferencias y charlas en La Masía a los equipos de fútbol formativo tanto de hombres como de mujeres. Y el mejor legado que dejó fue el hombre que en el Barça llevó la camiseta número 4 como jugador, pero que luego se convertiría en el entrenador más laureado en la historia de la entidad barcelonista: Pep Guardiola, hoy técnico del Manchester City.

Ya sabemos que el fútbol no es matemático y que los número 14 y 4 suman una época dulce en el Barça. Pero si en lugar de ponerles el signo de la adición colocamos el de la sustracción es cuando aparece el 10, el del Espíritu Santo: Lionel Messi, principal artífice de los mayores éxitos del club en esta época dorada. La perfección del 14 y el 4. Cruyff siempre estará en la memoria del fútbol. Lo verá uno en el juego de los equipos de Guardiola, y lo admirará en los regates y goles de Messi.