Ronald Koeman es un kamikaze. Directo y transparente. Impulsivo y visceral. No entiende de medias tintas. O estás con él, o estás contra él. Y ese es, precisamente, el mensaje que ha lanzado este miércoles en la ‘no rueda de prensa’ que ofreció en la previa del Cádiz-Barça. Ha pedido la paz de forma desafiante, avisando a última hora y privando a los periodistas de uno de sus derechos más elementales: la pregunta (algo que, por cierto, también es práctica habitual del club en numerosas ruedas de prensa). Y a Laporta no le queda otra que mojarse: o lo echa o confirma su apuesta por el neerlandés de una vez por todas. Una opción cada vez menos probable.

Muchos medios que esperan a Koeman con los cuchillos afilados, aprovecharán para clavárselos después de esto, deseosos de que se vaya a la calle tan solo cinco jornadas –poco más de un mes– después de inauguarada la competición. Esta precocidad por querer echar a un técnico es inaudita en el Camp Nou, un estadio imponente pero acostumbrado a dar un mínimo voto de confianza a los proyectos a pesar de su necesidad intrínseca de exigir resultados inmediatos.

Koeman, que se siente más solo ante el peligro que Gary Cooper, actuó ante la falta de apoyos públicos en las últimas horas por parte de Joan Laporta, Rafa Yuste o Enric Masip. Este último lo dejó prácticamente vendido en una entrevista para Esport3 donde quedaron patentes las dudas en torno al entrenador y abiertas las puertas a un despido inminente. El problema para hacerlo efectivo lo sabe ya todo el mundo en Barcelona: unas elecciones (dilatas en el tiempo por la pandemia) y seis meses después, Laporta aún no tiene técnico. Ni tampoco un director deportivo que marque perfil.

Tras el comunicado del héroe de Wembley, Laporta deberá tomar decisiones. ¿Eliminará a Koeman, a quien ratificó en mayo y concedió fichajes como Memphis, Luuk de Jong y el frustrado de Wijnaldum, sin darle la opción de demostrar su capacidad y con una plantilla plagada de estrellas lesionadas? ¿O le ofrecerá, por fin, el “respaldo incondicional” que el técnico solicita para una “situación de reconstrucción” como la que atraviesa el club? Conociendo el instinto beligerante del presidente, la cosa pinta mal... muy mal... 

Kamikaze Koeman, en un nuevo ejercicio de sinceridad, ha dejado la pelota en el tejado del presidente. Si le quieren echar, que paguen. Si no, que le dejen trabajar con tranquilidad.