Ernesto Valverde lo venía avisando. Los cuatro fantásticos son una apuesta ofensiva muy interesante para los partidos abiertos. Cuando las cosas se complican, no funcionan.

El efecto Dembelé ya empieza a diluirse. Queda evidenciado que el crack galo no destaca más allá de sus sorprendentes goles. Tanto que no se los cree ni él. Es un diamante en bruto y ojalá llegue a convertirse en un fuera de serie, pero de momento está muy verde.

La falta de equilibrio para el balance defensivo que supone jugar con Dembelé y Coutinho junto a Messi y Luis Suárez está pasando factura. Especialmente ahora que los defensas atraviesan un horroroso estado de forma.

El pésimo momento de Piqué obliga a tomar precauciones y las únicas soluciones coherentes para Valverde son Arthur y Arturo Vidal. De momento, ninguno convence.

Sin embargo, y mientras no llegue un fichaje bomba, el crack chileno está llamado a ocupar ese vacío. Valverde debe recobrar la esencia de su primer Barça, con Paulinho en modo estrella.

Pero la verdadera estrella tiene que llegar en el mercado de invierno. Así quedó evidenciado con la inexplicable derrota contra el Leganés. La plantilla no es mejor que la del año pasado. Hay que recordar que ya no está Iniesta. Y se nota.

Arturo Vidal y Messi celebran el gol del argentino frente al Girona / EFE

Arturo Vidal y Messi celebran el gol del argentino frente al Girona / EFE

Arturo Vidal y Messi celebran el gol del argentino frente al Girona / EFE

El Barça no se puede hipotecar con Arturo Vidal porque a su falta de cariño hacia el balón se suma el riesgo de lesión por su mermada rodilla. Es una apuesta demasiado arriesgada a medio plazo.

Por este motivo, es vital que la dirección deportiva de Pep Segura se ponga las pilas. Que la secretaría técnica encabezada por Eric Abidal pase a la acción. Falta un jugador para enero.

Valverde lo pidió y finalmente no se lo dieron. Ni United, ni PSG, ni Ajax cedieron por Pogba, Rabiot y De Jong, respectivamente. Pero el club no puede darse por vencido. De enero no pasa.

Valverde ha tenido que reconocer públicamente que Coutinho de interior resta equilibrio al equipo. Un mensaje al que se suma la presión, cada vez más real, de no renovar su contrato.

Philippe Coutinho chuta de volea frente al Leganés / EFE

Philippe Coutinho chuta de volea frente al Leganés / EFE

Philippe Coutinho chuta de volea frente al Leganés / EFE

A ello se añaden el empate contra el Girona y la derrota en Butarque. Dos partidos que, desde el respeto, se tenían que haber ganado con la gorra. Así lo dice la diferencia de presupuestos.

El límite salarial que la Liga permite al Leganés es de 53 millones de euros. El del Girona aún es más pequeño: 36 millones. El Barça, en cambio, puede gastar hasta 633 millones en salarios.

Dos batacazos imprevisibles justo antes del torrente de partidos de máxima exigencia que espera al equipo. El golpe puede ser muy fuerte. Para amortiguarlo habrá que volver al mercado.