Apuntad y recordad porque es interesante tomar el pulso actual: Antoine Griezmann, 35 millones de euros; Philippe Coutinho, 24M; Miralem Pjanic, 16M; Samuel Umtiti, 12M y Ousmane Dembélé, 12M. Estos son los salarios actuales de buena parte de los jugadores mejor pagados actualmente. Con permiso de Messi, Griezmann es el segundo, Coutinho el tercero, Pjanic el cuarto, Umtiti séptimo y Dembélé octavo. Realmente es una vergüenza y una herencia de la anterior junta que, a día de hoy, todavía no se han podido quitar de encima. No nos engañemos, el Barça con estas lacras de oro tiene dos opciones: cederlas o hacerlos jugar. Venderlos es imposible.

Para hacernos una idea, todavía más concreta, de las apuestas que se hicieron en su día por jugadores que han resultado ser un fracaso, podemos añadir un dato significativo: Ter Stegen está muy por debajo en esta pirámide salarial, 9M por año. Pero más allá del ranquin, debemos tener en cuenta otra variable de la que poco se habla y es la gran amenaza que la directiva de Joan Laporta debe afrontar para esta temporada: los famosos bonus. Aquellos incentivos que toda esta banda se puede llevar si el equipo gana títulos, obtiene resultados y, en definitiva, vuelven a dar ilusiones a los azulgranas. La mayoría de ellos no firmarán ni una victoria, ni formarán porte de este mérito colectivo, pero, cuando sea el momento de recoger los frutos, pasarán por caja y recogerán su paguita.

En definitiva, cuando hablamos de las famosas pirámides salariales, nos quedamos con las cifras absolutas, quién cobra más y quién cobra menos, pero perdemos el detalle de unos extras que derivarán en consecuencias graves y no se podrán evitar si el equipo suma méritos deportivos. Es curioso porque mientras que la pelota entre, saldrá dinero de la caja y todo ello es un pozo sin fondo, una hemorragia difícil de parar. Incongruencias de la vida, del fútbol y de una gestión nefasta.