El Barça prepara la gran revolución sin apenas medios para hacerla. El equipo necesita una sacudida de campeonato, pero la precaria situación económica de la entidad dificulta los planes de Joan Laporta, quien gobierna a salto de mata, improvisando de aquí para allí. Ni tenía resuelto el tema de los avales cuando arrasó en las elecciones, ni tiene atado al futuro entrenador del Barça en plena crisis deportiva. Por no tener, no tiene ni a Jordi Cruyff.

Hace un mes, el Barça soñaba con ganar con un doblete inesperado tras la tormenta del pasado verano. Koeman alcanzó la mayor cuota de popularidad con la contundente victoria en la final de la Copa del Rey contra el Athletic, pero el equipo se resquebrajó cuando tenía la Liga en su mano. La vergonzosa derrota ante el Granada abrió la caja de los truenos en un club que precisa un cambio radical. Laporta respeta a Koeman por su pasado, pero desconfía de él como entrenador, y quiere meter mano en una plantilla podrida, con muchos jugadores destensados que viven de rentas.

El Barça tiene que recortar sí o sí la masa salarial de la plantilla. Los futbolistas tienen unas fichas sobredimensionadas, abusivas, heredadas de un pasado horroroso en el que todo valía. Hoy, el club es víctima de tantos disparates, de errores de bulto que han debilitado el potencial del equipo y han vaciado la caja. Los salarios de Griezmann, Sergio Busquets, Piqué, Alba y Sergi Roberto, entre otros, son insostenibles en un Barça que deberá tomar decisiones impopulares. En el caso de los canteranos, incluso podría darles la carta de libertad para ahorrarse su ficha. En el caso del delantero francés, en cambio, quedan 72 millones por amortizar y un canje con Joao Felix podría ser una buena operación de maquillaje económico.

Laporta ha de ser claro con los futbolistas. El actual modelo es insostenible y tocará remar contracorriente. Debe tener claras las prioridades, pero también ser consciente de que costará lo suyo dar salida a futbolistas como Coutinho, Neto, Pjanic, Junior, Braithwaite y compañía. Sus fichajes son inasumibles para la inmensa mayoría de los clubes. 

El Barça ha de romper con el pasado. Laporta habla de un ciclo nuevo, una expresión que choca con su deseo de renovar a Messi. Porque el Barça actual, y el de 2009, es el Barça de Messi, principio y final de un equipo que ha ganado mucho pero podía haber ganado mucho más. El gran cambio llegará sin el crack argentino, una posibilidad que asusta al presidente y a muchos barcelonistas. Ahora, parece, se trata de contentar a Leo, con Agüero como concesión.

Laporta supo darle la vuelta al calcetín en 2003 y 2008. Entonces, parecía tenerlo todo planificado o, como mínimo, tenía una hoja de ruta. Ahora vive al día, atormentado por una deuda descomunal y desconfiando de Koeman y de todo quisqui. De momento apenas aparece en público pero ha llegado ya la hora de explicarse y tomar decisiones. El verano de 2021, en el Camp Nou, será muy caliente. Más de uno se quemará.