No basta con despedir a Koeman. Es obvio que el héroe de Wembley tiene los días contados en el Camp Nou. Ganó un título contra pronóstico. Hizo lo más difícil, al reengancharse a una Liga que estaba totalmente perdida con 12 puntos por debajo del Atlético. Pero lo tiró todo por la borda en cinco jornadas infernales que invitan a quemarlo todo. Su continuidad ya no pende ni de un hilo, pero no podemos obviar la realidad: los principales responsables son los jugadores

¿Dónde está la motivación que prometió Laporta? Fueron pocas las propuestas firmes que hizo el nuevo presidente en campaña electoral. Muy prudente antes de recuperar la poltrona presidencial, medía sus palabras sobre el Espai Barça y jugaba con fuego hablando de una emisión de bonos de la que nadie más ha vuelto a decir nada. A nivel deportivo, escasa novedad, pero una afirmación constante: "Vamos a motivar a los jugadores y cuerpo técnico. En el Barça nunca hay temporadas en blanco". 

Laporta ha incumplido la principal promesa que hizo durante las elecciones. Llegó cargado de energías, pero ha fracasado a la hora de motivar a sus jugadores. Demostraron que eran capaces de obrar el milagro y cuando lo tenían al alcance de la mano, se hundieron. El efecto Laporta se desvaneció en el momento decisivo. Los tropiezos contra el Granada, el Atlético, el Levante y el Celta dejan tocados a todos: entrenador, jugadores y el propio presidente. Tampoco supieron sacar provecho del clásico ante un Real Madrid que llegaba desfondado y pensando en la Champions. 

Tras fracasar en ese primer objetivo de recuperar la ilusión de la plantilla, Laporta se enfrenta ahora a su segundo gran reto deportivo: hacer un lavado de cara urgente. Se está haciendo en los últimos meses en la parcela ejecutiva, con una decena de despidos, y se debe hacer entre los jugadores. Los últimos bastiones de la mejor generación de la historia se han despedido de la Liga con un último ridículo que se suma a los encadenados en Champions durante 2018 (Roma), 2019 (Liverpool) y 2020 (Bayern). Con tres entrenadores diferentes, el resultado ha sido el mismo: de vergüenza

Ahora Laporta debe cumplir su palabra y poner en marcha la revolución que no hizo Bartomeu. Hay que reducir de manera drástica una masa salarial inflada sin justicia y hacer una limpieza de jugadores que simbolice el final real de un ciclo que lleva tres años de decadencia.