El presidente del Barça ganó las elecciones repitiendo dos lemas: “Lo volveremos a hacer” y “retornaremos la ilusión al barcelonismo”. A las puertas de diciembre, el equipo está a punto de despedirse de la Champions y de la lucha por el título de Liga. Con lo que le cuesta ganar a este Barça se antoja muy complicado que pueda derrotar al todopoderoso Bayern de Munich. Y el gran responsable es Laporta que ha tirado los primeros siete meses de mandato en los que se equivocó en todas las importantes decisiones deportivas que tomó, como por ejemplo, desacreditar a Koeman y empujarle al fracaso, además de realizar una pésima planificación de la plantilla.

Y eso que en junio dijo a La Vanguardia, sabiendo lo del límite salarial, que vendrían 3 fichajes más, a parte de Eric Garcia, Memphis, Demir y Emerson y de la continuidad de Messi, que daba por hecha. Al final, Leo no se quedó, Griezmann fue sustituido por Luuk de Jong y Emerson se vendió a los 14 días. No renovar a Leo y ceder a Griezmann es lo peor que se ha hecho en muchos años. Desprenderse de golpe de 58 goles y 27 asistencias ha sido un error histórico. Además de la cesión de Trincao, que hizo 3 goles y 2 asistencias. En total 61 goles y 29 asistencias. Y han sido sustituidos por el Kun Agüero, Memphis Depay, Luuk de Jong y Yusuf Demir, que entre los cuatro no pasan de los 9 goles y 2 asistencias.

Aunque tarde, la llegada de Xavi Hernández ha sido la mejor decisión para darle cierta coherencia al proyecto deportivo que hasta entonces era un bandazo tras otro. El equipo está más implicado, más comprometido, el nivel de juego ha mejorado ligeramente gracias a la consolidación de los jugadores formados en una
Masia, que decían que era un solar, pero es evidente que no hay gol. No se puede competir en la Liga ni en la Champions sin delanteros contrastados. El límite salarial ha quedado reducido a la mínima expresión por haber inflado, voluntariamente según los auditores, en 263 millones las pérdidas de la temporada pasada, según certificó la Liga. Y también por no haber encontrado nuevos patrocinios para ampliar ese límite.

El primer sponsor que se ha firmado, Ownix, se ha rescindido a los 14 días porque se hizo con una empresa de un israelí que “casualmente” fue socio de Laporta, y que ha sido detenido por estafa. Como también es muy casual que ahora el entorno ya no censure al presidente por homenajear a Jordi Pujol durante
el derbi o no investigue los negocios del hermano, hermana, prima y amigos del presidente tras haber modificado el código ético con nocturnidad y alevosía. Ni tampoco se hable en la prensa de lo que ha pasado en el Departamento de seguridad del club, con altos cargos de Mossos contratados y despedidos. O quién ha pagado la cláusula de Xavi y para qué sirvió el viaje a Qatar. O quién financia toda la manipulación y asedio en las redes sociales para proteger al laportismo. Eso ya no merece ninguna atención. Uno ya no se chupa el dedo. 

Incluso las vacas sagradas como Piqué, Busquets y Alba antes eran una rémora, una pésima herencia y ahora resulta que son fantásticos. Un cambio radical.