Joan Laporta ganó las elecciones a la presidencia del FC Barcelona el pasado 7 de marzo. Uno de sus principales argumentos para alzarse con la victoria, además de la lona del Bernabéu y un mensaje basado en el "lo volveremos a hacer", era la promesa de romper radicalmente con el legado de su antecesor, Josep María Bartomeu. Laporta fue muy crítico con la gestión de Barto y le acusó de ser el responsable de una crisis económica que, en realidad, vino dada en buena parte por la pandemia, como ha ocurrido en el resto de clubes europeos. En más de una ocasión, el nuevo presidente criticó lo que denominó como el triple billón de Bartomeu: "1.000 millones de ingresos --que han caído--, 1.000 millones de gastos y 1.000 millones de deuda". 

Durante la campaña, Laporta fue crítico con varias de las propuestas deportivas y económicas de Bartomeu para la presente temporada que luego ha terminado asumiendo como propias. Al principio no se atrevía a dar apoyo explícito a Koeman --ahora lo hace, aunque en privado-- ni se mostró partidario de acciones como el Barça Corporate, el Espai Barça --llegando a sugerir el traslado del público a Montjuïc-- o la Superliga. Si bien es cierto que Laporta optó por mensajes aparentemente contrarios, siempre fue prudente y se curó en salud añadiendo un "lo estudiaremos cuando estemos dentro y tengamos toda la información". 

El paso del tiempo, tras un mes y medio en el cargo, empieza a descubrir la improvisación de Laporta --no solamente con el aval--, que le ha llevado a retractarse de algunas de las cosas que dijo en campaña y a ser cada vez más continuista con respecto a las labores que había emprendido Bartomeu. Por el momento, el nuevo presidente muestra total confianza en Koeman, gracias al cual ha levantado su primer título con el equipo que heredó de la junta saliente. También es partidario de apostar por el Barça Corporate para obtener liquidez inmediata, hasta el punto de que ya han filtrado una oferta sobre la mesa. Con el Espai Barça, los últimos inputs llevan a pensar que se sacará adelante con el proyecto diseñado por Jordi Moix y la financión acordada con Goldman Sachs. Por último, y pese a la negativa inicial, Laporta se ha sumado a la Superliga, que anunció Bartomeu el día de su dimisión y que pretende acabar con la Champions con Florentino Pérez como presidente. 

Y aunque a nivel ejecutivo es obvio que Laporta ha despedido a algunas personas muy próximas a Bartomeu --Albert Soler, Gómez Ponti, Juanjo Castillo, Xavier de las Moras o Nacho Rodríguez-- parece mostrar confianza en muchos de los empleados que tenían un papel clave en el organigrama del anterior presidente como Josep Vives o Ramon Planes, cuyo contrato ha sido merecidamente renovado. Al final resultará que, pese a algunos errores de bulto --Barçagate, judicialización del club o gestión de la salida de Neymar--, Bartomeu no lo estaba haciendo tan mal. El equipo que construyó en agosto es campeón de Copa y claro aspirante a la Liga.