El departamento de comunicación del Barça el pasado domingo nos deleitó con la remisión de uno de los mejores documentales que se han grabado sobre el Barça por dentro:  “Los hombres de Lucho” fue estrenado hace cuatro años por BarçaTV, y en el mismo, Luis Enrique, entonces entrenador del primer equipo, abrió las puertas de la “cocina” y presentó a todos sus ayudantes con una sonrisa de oreja a oreja pocas veces mostrada a la prensa, ante la que siempre marcó distancias y mostró una cara más dura y un carácter agrio. 

El reportaje resultó oportuno porque unos días antes el técnico asturiano había hecho unas declaraciones que seguramente fueron del agrado y habrían firmado y firmarían millones de ciudadanos de este país. “Veo una actitud lamentable de todos los políticos, los que gobiernan y los que están en la oposición. Solo piensan en sus intereses y no en el interés general”. La opinión de Luis Enrique hacía referencia a cómo los políticos están llevando la crisis de la Covid-19, pero demostraban al mismo tiempo la disposición de un hombre a decir lo que piensa esté trabajando hoy o no para el Gobierno de España en calidad de seleccionador nacional. Reconozco que siento una especial admiración por Luis Enrique, y no solo por el proverbio persa que reza en su cuenta de Twitter, que me conmueve cada vez que lo leo -(“lloraba porque no tenía zapatos, hasta que vi un hombre que no tenía pies”)-, también porque es un magnífico entrenador -9 títulos con el Barça lo avalan- y especialmente porque no tiene pelos en la lengua, por decir las cuarenta sin temor a consecuencias. A él no hace falta interpretarlo, ni da lugar a que el periodismo construya ensayos imaginativos sobre lo qué dijo o quiso decir. Él es claro y preciso. En ese documental Luis Enrique descubre tantas cosas buenas, ofrece tantas lecciones, que todo aquel que trabaja y aspira a trabajar en el Barça tendría que estar obligado a verlo.