Son guapos, atléticos, ricos y holandeses. Y juegan muy bien al fútbol. Matthijs de Ligt y Frenkie de Jong, ambos del Ajax, están de moda y los grandes clubes europeos se pelean por su fichaje. En Inglaterra cuentan que Guardiola se deprimió cuando el Manchester City le comunicó que el club no podía afrontar la contratación del centrocampista por cuestiones económicas. En el Barça, mientras, marean la perdiz con su interés por ambos, pero en Holanda deslizan que su oferta es muy inferior a la de otros grandes clubes. El mercado de verano ha empezado en otoño. Antes incluso de que se abra el mercado de invierno.

De Ligt, de 19 años, ha ganado el Golden Boy que premia al mejor futbolista joven. Cuentan que es el central del futuro. Físicamente poderoso, tiene un buen manejo del balón y ya es el capitán del Ajax. En el Barça cuentan que sería el recambio ideal para Piqué. Con la boca pequeña también lamentan que su representante sea Mino Raiola, una persona con pocos escrúpulos que trata a sus futbolistas como mercancías y solo busca la máxima rentabilidad de sus operaciones.

De Jong es un centrocampista portentoso. Puede jugar como central y como interior. Sus movimientos y algunos detalles técnicos recuerdan al gran Johan Cruyff. En el Barça podría ser el recambio de Sergio Busquets, pero difícilmente asumiría un papel secundario y el probable fichaje de Adrien Rabiot explica que la secretaría técnica azulgrana se tome su contratación con mucha calma. Tal vez, demasiada.

En la secretaría técnica argumentan que De Ligt es prioritario para reforzar una defensa demasiado vulnerable esta temporada, debilitada por las lesiones de Umtiti y Vermaelen. En la zona noble, en cambio, ilusiona mucho más De Jong. Y Valverde no dice nada, tal vez porque su futuro en el Camp Nou es incierto y sus opiniones no suelen tenerse en demasiada consideración. Ni Íñigo Martínez, ni Willian, dos objetivos prioritarios del técnico, ficharon por el Barça pese a las peticiones expresas de Valverde.

Una foto de archivo de Frenkie De Jong y Matthijs De Ligt

Una foto de archivo de Frenkie De Jong y Matthijs De Ligt

Una foto de Frenkie De Jong y Matthijs De Ligt

El Barça, de momento, vende humo. En la sombra parece que el club ha trabajado muy bien el fichaje de Rabiot, quien el 30 de junio de 2019 acaba contrato con el PSG. De Ligt y De Jong también gustan, pero su financiación no está nada clara y en el Camp Nou no está para tirar cohetes. Entre el límite salarial y las dificultades para encontrar un patrocinador que financie el Espai Barça, el club solo podrá encarar algún fichaje costoso si antes cierra alguna venta interesante.

Hace un año, el Barça ingresó más de 100 millones de euros por la venta de sus futbolistas. El próximo verano también habrá ventas millonarias. Por Alcácer se ingresarán 23 millones de euros y el club también asume las ventas de Cillessen, Denis Suárez, Rafinha y alguna vaca sagrada. La salida de Rakitic, por ejemplo, podría facilitar la llegada de De Jong pero que nadie descarte una operación de mucho más calado.

El Barça, más desacomplejado en las ventas, debería analizar costes y rendimientos. Pensar más como una empresa que como un club que gestiona miles de sentimientos. Una opción podría ser la venta de Luis Suárez, con sus rodillas muy castigadas, si aparece algún club chino. Dembelé también esta en el punto de mira, pero el francés es un futbolista descarado y mucho más resolutivo, por ejemplo, que Coutinho. El rendimiento del crack brasileño no es satisfactorio y podría ser el sacrificado para afrontar un nuevo plan renove con las máximas garantías. Tal vez con De Ligt y De Jong, la pareja de moda.