Este miércoles está prevista la llegada de Leo Messi a su Argentina natal. Leo quiere desconectar y delegar en su padre y Pepe Costa el futuro que le ligará de ahora en adelante al Barcelona. Una situación, la de tranquilidad, muy diferente al verano pasado con comunicados e improvisaciones, fruto de la desesperación que le reportaba la junta de Bartomeu. La previa a la Copa América no será en Ibiza. Pero sus prisas por marchar se deben a una renovación que ambas partes, los Messi y el Barça, dan por hecha.

Ahora, Laporta debe acabar de retocar los flecos económicos. Mucho se habla de convertir el club en una especie de SA "enmascarada" para que no digan que sigue siendo 'Más que un club'. Las informaciones que circulan afirman que los fondos que pueden entrar proceden de Estados Unidos pero debo avanzar que la entrada de capital procedente de los Emiratos Árabes Unidos no es una cuestión menor. El emir de Dubái quiere rivalizar con el Qatar para erigirse como un grande del fútbol. La pelota en el mundo árabe la domina esta península y, más aún, con el próximo Mundial. Por eso, en el choque de intereses, hay unos Emiratos dispuestos a abanderar un club europeo grande, como el Barça, para imponer su marca de referencia. No es extraño el enlace si observamos algunos detalles en los últimos tiempos como el interés creciente de sus medios estatales por Messi y el Barcelona, extremadamente alejados de un Real Madrid, por ejemplo. Y obviamente, omitiendo los jeques rivales con un desinterés por el PSG parisino.

Messi puede ser una referencia del Barcelona sí, pero también de rebote de un público extranjero que necesita ampliar el mercado. Esta puede ser la salvación de los culés, Laporta y Messi... Que al fin y al cabo, en ningún sitio está mejor que en la playa de Castelldefels.