En estos tiempos en los que son muchos los aficionados que se han recreado haciendo reset en sus memorias y han abierto el baúl de los recuerdos viendo partidos y goles memorables sería bueno que ahora también fueran recuperadas esas portadas y aquellos comentarios alarmistas que hablaban de la salida de Leo Messi del Barça.

Muchos fueron atrevidos, jugaron a Gerard Piqué cuando puso una foto con Neymar y el comentario de “se queda”, y dijeron que el mejor jugador del mundo marcharía del club donde creció, se casó, ha sido padre y en el que se convirtió en el futbolista más grande que ha pasado por esta entidad. Claro que si había un culpable en esa operación de cambio de aires de Messi el único señalado sería Josep María Bartomeu. Pero miren por dónde, el presidente saliente y su junta directiva dejarán la marcha o el adiós de Messi en manos de los próximos dirigentes.

Muy pocos dudábamos de la continuidad de Messi en el Barça, entre otras cosas porque no hay club en el mundo que pueda pagarle lo que cobra y menos después de la pandemia, pero especialmente no hay ciudad a la que pertenezca un club potente tan acogedora y a la que la familia Messi esté tan amañada como Barcelona.

En Italia tendría más paparazzi detrás de su vida privada. El clima de Inglaterra es horroroso y Alemania no es que sea precisamente un país seductor. Así que la decisión de continuar estaba cantada y Bartomeu tenía total confianza en que Messi optaría por no ejercer esa cláusula que le hubiera permitido marcharse del club aunque su contrato tenga fecha de vencimiento en 2021. Lo que algunos supuestos culés querían que sucediera para desgastar más a la junta, no pasará. Messi también se queda en casa.