Ríos de tinta estamos escribiendo de las elecciones del FC Barcelona, pero es que nos resultan más interesantes que seguir hablando de las ruinas románicas del equipo. Por cierto, sigo en mis trece: después del ridículo contra el PSG, afrontan la visita del Cádiz con una semana prácticamente de fiesta en la que Koeman les dejó campar a sus anchas y no entrenar. Lo que dije, este técnico no sirve para nada, sólo para ver cantera.

Volvamos al tema. La cuenta atrás de las elecciones ya está aquí y me atrevería a decir que estas están tanto o más politizadas que las del 14 de febrero donde sí votábamos un presidente al Govern entre distintos partidos políticos. El votante debe analizar o decidirse, seguramente, sobre el posicionamiento político que tendrá el Barça en los próximos años dependiendo del presidente que escoja. Porque si se ha de guiar por el programa deportivo, el proyecto, poco podrá ayudar a guiarse. Alargar el proceso electoral nos constata que los tres tienen proyectos no suficientemente satisfactorios y en algunos casos vacíos. E insisto, el posicionamiento político que están tomando desde atrás no tiene precedentes en la historia moderna actual del Barça.

El favorito es Joan Laporta, que quede dicho como previa de la información porque en ningún caso estipulo una relación de causa consecuencia. En estos momentos, Laporta es el candidato más nervioso, tiene mucho que perder mientras que los demás tienen poco que perder y mucho que ganar. Le pesa más que a nadie la presión de la victoria y la estrategia planificada no ha casado con lo que se ha encontrado: 3 millones de euros gastados en campaña, según me informan, que han quedado licuados con el paso de las semanas y donde el voto por correo de unos 23.000 culés puede hacerle más daño que bien. Dentro de la candidatura hay nervios, muchos, y es normal viendo la apuesta que han hecho.

En paralelo, Víctor Font sigue con su equidistancia pero quizás le ha fallado reforzar más sus conocimientos y no dar rienda suelta al dinero que el entorno le pedía a cambio de engrandecerlo, algunos buitres se han apropiado y él tendría que haber sido más hábil. Y, por otro lado, Toni Freixa. Representa el ala más conservadora, tiene una buena agencia de comunicación detrás y una propuesta antagónica en posiciones políticas a las que defiende Laporta. Puede atraer al soci más conservador pero la baza 'política' de todos ellos también acabará repercutiendo en la decisión final.